Ricardo Gil Otaiza: “La etnobotánica nos permite estudiar las plantas, pero preservándolas”

** Venezuela está entre los primeros diez países en el Ranking Mundial de Biodiversidad Biológica

De las raíces griegas “etnos” (pueblo o raza) y “botáne” (hierba) proviene la palabra “etnobotánica”, hoy día reconocida como una rama de la ciencia que se encarga de estudiar la interacción que tienen los seres humanos con las plantas y que puede catalogarse como amplia, pues éstas son utilizadas para fabricar instrumentos y herramientas, como alimento, protección (vivienda y vestuario), curación de enfermedades, comunicación (papeles, tintas, tatuajes, tejidos) y hasta en la vida social (rituales, juegos, música).

Visto de esta manera, es fácil inferir que existe una gran cantidad de investigadores dedicados a la etnobotánica y, de hecho, es así… pero no en Venezuela.

En el espacio radial “Aula ambiental”, Ricardo Gil Otaiza -docente de la Facultad de Farmacia y Bioanálisis de la Universidad de Los Andes, fundador y coordinador del grupo de investigación “Cátedra de Farmacognosia” y escritor por convicción- nos dijo que la etnobotánica en Venezuela “está en pañales”, afirmación un tanto preocupante porque el término se ha ampliado para implicar no sólo a los grupos definidos como etnias, sino también a cualquier entorno cultural.

“Hay un prurito de parte de algunos investigadores de adentrarse en el campo de la etnobotánica porque científicos de otras áreas desdeñan a quienes la practicamos, sin percatarse de que ésta es la base sobre la cual debería estar sustentada todo estudio fitoquímico y toxicológico de las plantas”.

La línea de investigación del profesor Ricardo Gil Otaiza se centra en las plantas medicinales –sus aportes se encuentran en varios libros publicados- y la base de la etnobotánica es, precisamente, la preservación del recurso fitogenético: la planta, sus componentes químicos, sus interrelaciones y el interés que conlleva todo esto para el ser humano.

“Ya no vamos al campo con costales a recolectar plantas de manera indiscriminada para luego desechar algunas en el laboratorio, nos dedicamos a entrevistar directamente a los habitantes de las comunidades visitadas que conocen las plantas medicinales y que viven en ese medio o que han recibido información de sus ancestros, no hacemos uso de otras especies que en ese momento no son de nuestros interés y, eso, multiplicado a escala exponencial, implica grandes ahorros del recurso fitogenético”.

Efectos del cambio climático

Durante la entrevista le preguntamos a Gil Otaiza cómo influye el cambio climático en la posible extinción de las especies vegetales, a lo que él nos respondió que la relación que se da entre el clima, el suelo y los seres vivos es muy compleja y delicada, por tanto, cualquier alteración conlleva un desequilibrio.

“Muchas especies no pueden sobrevivir en medio de esas grandes diferencias climáticas y en el caso de las plantas medicinales es curioso porque, cuando se estudia una de ellas cultivada o autóctona de una región determinada del planeta, y luego se hace un estudio comparativo con esa misma especie, pero cultivada en otra parte, se notan diferencias radicales como el tamaño de la planta, de la hoja, de la flor, el verde es distinto y el color de la flor también; y no solamente se evidencian cambios físicos, sino también en las composiciones químicas”.

Ante el inminente peligro de extinción de las plantas medicinales producto del recalentamiento global, la etnobotánica es fundamental porque ayuda a los investigadores a recopilar información sobre distintas especies y los beneficios que ofrecen a los seres humanos.

Entre los diez primeros

Según la Unión Mundial para la Conservación, Organización no Gubernamental para la Protección Ambiental, Venezuela está entre los primeros diez países en el Ranking Mundial de Biodiversidad Biológica.

Este término, según el Convenio Internacional sobre la Diversidad Biológica, se refiere a la amplia variedad de seres vivos sobre la Tierra y los patrones naturales que la conforman, resultado de miles de millones de años de evolución según procesos naturales y también de la influencia creciente de las actividades humanas. La biodiversidad comprende igualmente la variedad de ecosistemas y las diferencias genéticas dentro de cada especie que permiten la combinación de múltiples formas de vida, y cuyas mutuas interacciones y con el resto del entorno fundamentan el sustento de la vida sobre el planeta. (Tomado de http://es.wikipedia.org/wiki/Biodiversidad).

“Nuestro territorio es rico en recursos fitogenéticos, pero éstos están involucionando con la reforestación, la tala, la quema y los cambios climáticos; los bosques que antes eran vírgenes ahora están explotados y las áreas donde se encuentran esos recursos están desapareciendo para dar paso a la construcción de viviendas o carreteras, debido a un hecho que  casi no se ha tomado en cuenta: la explosión demográfica”.  

De hecho, el informe de la Unión Mundial para la Conservación, alerta que la explotación de las minas de oro y de diamante en Venezuela, sobre todo por medios ilícitos, afecta seriamente el ecoambiente del Amazonas y de Guayana, las dos zonas más concentradas de diversidad biológica de nuestro país.

“Lo fundamental es ir a las escuelas y comunidades, generar reflexión y sembrar un espíritu conservacionista, sobre todo en las nuevas generaciones. Con el desarrollo de la ciencia y la tecnología de manera vertiginosa no se presta atención a las luces rojas que el planeta está encendiendo, extraemos las bases del planeta y con esa actuación irresponsable estamos extinguiendo especies. El criterio etnobotánico es aprovechar el recurso fitogenético, pero preservándolo, con un criterio de sostenibilidad y sustentabilidad”.