Especialistas de la ULA diseñaron modelo de desarrollo sostenible para Caparo
La presencia de la Universidad de Los Andes en la Reserva Forestal Caparo se siente desde el año 1970.
Profesores y estudiantes de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales han aprovechado al máximo los recursos naturales que esta reserva ofrece, tanto, que la visita y permanencia de ambos allí ha sido y es rutinaria y constante.
Además de las labores de docencia, investigación y extensión desarrolladas durante los últimos 40 años, la ULA ha logrado preservar 7 mil 900 hectáreas de las 3 millones que existían en 1950, estas últimas devastadas por seres humanos guiados, netamente, por sus intereses económicos.
Esta realidad ha llevado a un grupo de profesores y especialistas de las facultades de Ciencias Forestales y Ambientales, Arquitectura y Diseño, Farmacia y Bioanálisis y de la Dirección General de Planificación y Desarrollo de la ULA (Plandes), a formular un proyecto para crear un “Modelo de desarrollo rural sostenible en la Reserva Forestal Caparo como forma de extensión y de crecimiento institucional” que forma parte del Proyecto ULA Siglo XXI y será presentado al Consejo Universitario de la ULA para su aprobación.
El profesor Wilfredo Franco, de la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales, en el programa radial “Aula Ambiental”, nos ofreció un dato interesante: la ULA, a pesar de contar con los permisos correspondientes –de acuerdo con un convenio de comodato firmado con el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente (Mppa)- para extraer madera del bosque natural, decidió, desde 1997, suspender tal actividad y conservar el área como Reserva de Biodiversidad en los Llanos Occidentales de Venezuela para el mundo.
“La imagen satelital de la Reserva Forestal Caparo realizada en el año 2007 muestra que, del total de las 174 mil hectáreas, sólo persiste cerca del 4 por ciento protegido por el convenio ULA-Mppa y pequeñas áreas dispersas. Esas 7 mil 900 hectáreas resguardadas por la ULA, sin embargo, se encuentran amenazadas, pues 34 ocupantes ilegales han devastado ya 900 hectáreas”.
Biodiversidad destruida
El profesor Wilfredo Franco, al hablar sobre Caparo y su realidad actual, hace honor a su apellido.
Sin pudor, se pregunta ¿cómo fue posible la destrucción de tan valiosa biodiversidad sin que se haya dado respuesta a las deficiencias agroalimentarias de una población? ¿cómo hubiera actuado un pueblo educado para la producción?
“La ULA, en los últimos 40 años, generó esquemas técnico-científicos basados en la fabulosa existencia de extensos bosques y con suficientes ingredientes para convertirse en modelos de desarrollo. Fracasamos en la forma de hacer las cosas y me refiero al Estado, a la sociedad, a la venezolanidad como tal y esto sucedió pese a que nosotros, profesores y estudiantes universitarios, realizamos y presentamos trabajos de investigación que pudieron implementarse a gran escala en toda la región occidental… pero no ocurrió así”.
Wilfredo Franco sigue su análisis y admite que los ulandinos confiaron en la aparición de una ley oficial que explicara cómo hacer las cosas pero la realidad, casi nunca, se amolda a las leyes y el no entender la dinámica socio política del medio rural, desde 1950 hasta ahora, impidió que las cosas ocurrieran en forma diferente.
“Estamos obligados a generar desde la universidad una respuesta inteligente a las presiones que tenemos de todo tipo y la respuesta es avanzar hacia una transformación propia con nuestras propias energías porque, un cambio externo usando el poder del Estado, sería castrar el poder creativo e intelectual de la universidad autónoma como reserva intelectual por excelencia de la nación venezolana”.
¿Qué propone el proyecto?
La realidad demuestra que, durante años, los responsables de la destrucción de la Reserva Forestal Caparo son los invasores de un terreno boscoso “disponible”, los que quieren expandir sus fincas o aquellos que cortan árboles, dividen el terreno en parcelas y los venden a terceros.
La ULA crea y propone entonces un “Modelo de desarrollo rural sostenible” para ayudar a los habitantes de la zona a producir -en forma armónica y perdurable en el tiempo- alimentos, madera para viviendas, plantas medicinales, biofertilizantes y lombricultura, entre otros. “Podemos actuar dentro y fuera de las 7 mil 900 hectáreas que la ULA protege y desde todos los ámbitos del saber universitario para atacar la pobreza en el medio rural y la destrucción ambiental ¿cómo?, encauzando las energías humanas hacia un modelo creador de riqueza y calidad de vida”.
El proyecto contempla también la actuación conjunta con consejos comunales, el Frente Campesino, las alcaldías de los municipios Andrés Eloy Blanco y Ezequiel Zamora, la Gobernación del Estado Barinas y los ministerios del poder popular para el Ambiente, Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología e Industrias Intermedias y Comunas.
“Con el apoyo de estas instituciones queremos promover nuevas formas del quehacer universitario vinculadas con las realidades sociales y naturales del entorno. Una de nuestras metas es poder decir, en 7 o 10 años, que así se desarrolla el medio rural, que allí están esas miles de familias bien educadas y con buena calidad de vida, que la ULA es capaz de mantener un desarrollo sostenible y, al mismo tiempo, servir de ejemplo de lo que puede hacerse en América Latina”.
Fases del proyecto
El “Programa de Extensión Rural en Caparo” –ya en marcha- es la primera fase del modelo propuesto y con el mismo se pretende elevar aún más la extensión universitaria mediante el Servicio Comunitario de la Educación Superior, el Servicio de Asistencia Técnica y el Servicio de Asistencia al Público, cuyas doctrinas unirán a la ULA con la comunidad local a través de cursos, encuentros, comisiones de trabajo y talleres de sensibilización.
La fase dos denominada “Proyectos prioritarios” propone crear un programa de plantaciones forestales y cultivos agroalimentarios, desarrollar tecnologías de alimentos concentrados, establecer un proyecto de mejoramiento de la ganadería de leche, generar un programa de ecoturismo y educación ambiental, una planta piloto de componentes prefabricados para viviendas y generar energías renovables.
“Pensamos que más allá de leyes y decretos se trata de educar y capacitar a la gente, darle herramientas a una familia del medio rural o de un barrio para que mejoren su vida con sus propios conocimientos, esfuerzos y estímulos, pues lo peor que podemos hacer es ofrecerle una beca a alguien para que siga siendo pobre”.