¿De dónde tomarán agua los merideños en el 2021?


Desde hace mucho tiempo los expertos realizan advertencias sobre los efectos que el calentamiento global y los cambios climáticos tendrían en nuestro planeta, pero en muchos países, o se hizo caso omiso de estos avisos, o se asumió que las secuelas se presentarían en un futuro muy, muy lejano.
En consecuencia, las actividades humanas como el uso de combustibles fósiles (petróleo, carbono y gas natural), la deforestación, las tareas agrícolas y el uso de clorofluorocarbonos (sustancias químicas consideradas como las principales enemigas de la capa de ozono y que se usan en aerosoles, tintorerías, aparatos de refrigeración y aire acondicionado) siguieron su curso con el objetivo de ofrecernos una estadía más cómoda en el planeta.
Hoy día los venezolanos sentimos en carne propia una sequía que amenaza con paralizar la Represa del Guri –y que trae como consecuencia la actual crisis eléctrica-, mientras que en otros países la cotidianidad se paraliza por lluvias torrenciales o continuas nevadas
Gracias a esta realidad que vivimos y sentimos, estamos obligados a entender que debemos proteger los recursos naturales renovables como las plantas, los animales y el suelo los cuales, a su vez, necesitan de otro para poder crecer, subsistir y producir: el AGUA.
Quizá es un lugar común decir que todos los seres humanos somos responsables de la preservación del agua, pero en la actualidad esta afirmación se hace más visible, más cercana, más real.
Rigoberto Andressen, profesor de la Facultad de Ciencias e integrante de la comisión promotora de la Cátedra de Cambio Climático de la ULA, en un artículo de su autoría publicado en la revista La Era Ecológica, (Número 4, año 2004), menciona al Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos, cuyos integrantes afirman que una alteración en el volumen y distribución del agua afectaría el suministro de agua doméstica, subterránea, superficial, industrial, agrícola, generación de energía, navegación, ecosistemas acuáticos, recreación y turismo.
“Los impactos de los cambios climáticos sobre los recursos hídricos van a depender de las condiciones que se tomen como base, de los mismos sistemas hídricos y de la habilidad de los administradores de dichos sistemas para responder no sólo al cambio climático, sino también al crecimiento de la población y de las demandas, mejoras en la tecnología y cambios en las condiciones sociales, económicas y en la legislación. Los países menos desarrollados presentan serias desventajas ya que los costos para enfrentar los problemas hídricos causados por los cambios climáticos podrían ser mayores e incluso inmanejables”.

Cambios climáticos y Venezuela

El profesor Rigoberto Andressen indica que las ciencias atmosféricas han avanzado mucho, sin embargo, aún no se puede predecir el clima futuro. En su artículo, especifica que los
escenarios de cambio climático para Venezuela han seguido los lineamientos impartidos por el Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos, los cuales indican cambios en la precipitación anual entre -2,0 y -8,7 % para los años 2020, 2040 y 2060, y cambios en la temperatura media anual entre 0,5º y 1,8º C para los mismos años.
“El agua es uno de los recursos más vulnerables a los cambios climáticos. Venezuela presenta un marcado contraste entre la distribución de la población, concentrada principalmente en el norte y la oferta de agua, muy abundante en la franja sur del territorio. Ante este panorama, los efectos adversos del cambio climático podrían agravar aún más la situación de presión que sobre los recursos hídricos ejercen otros factores, aunado al hecho de que el problema no es sólo la oferta del recurso, sino también su calidad”.
A manera de conclusión este profesor universitario aconseja la implementación de planes de manejo de los recursos hídricos –en los que interactúen la tecnología, la sociedad, la economía y las instituciones- a fin de balancear la oferta y la demanda del recurso ante escenarios de ocurrencia de extremos hidrológicos.

Agua de aquellos días

La doctora Nancy Freitez de Sardi, coordinadora de la Comisión Universitaria de Asuntos Ambientales de la ULA (Cuaa) hace un recuento de cómo se aprovecha y se canaliza el agua en Mérida desde principios del año 1800.
“Según Rafael Cartay, en su obra ‘Los tránsitos del agua’, en esa época los merideños obtenían el agua de pozos y manantiales. En 1804 el Teniente de Justicia Mayor Don Antonio Ignacio Rodríguez Picón, estableció que el servicio de agua limpia de la ciudad se prestaría con una acequia que bajaba por la calle Obispo Lora y construyó la primera pila tallada en piedra que se ubicó en la Plaza Mayor y que luego se descompuso en el terremoto de 1812”.
Explica que el Río Milla, para 1904, ya mostraba un deterioro de su calidad y cantidad y es por eso que el 1 de febrero de ese año el Presidente del Estado, Don Esteban Chalbaud Cardona, decretó la construcción de un acueducto derivado del Río Albarregas que se inauguró el 23 de mayo de 1907 bajo la presidencia de Don José Ignacio Lares.
“Se pensó que resolvería la necesidad de agua potable para toda la ciudad, pero no fue así, el acueducto resultaba insuficiente e ineficiente, los casos de enfermedades hídricas se multiplicaban y causaban muertes”.
El Río Mucujún se convierte en la nueva fuente abastecedora de agua debido al crecimiento de Mérida y al grado de contaminación del Río Albarregas, pero actualmente, según la doctora Nancy de Sardi la planta “Dr. Enrique Bourgöin” –en pleno funcionamiento- pierde cada año su caudal debido a la acción humana, a pesar de que la subcuenca del Mucujún es un Área Bajo Régimen de Administración Especial (Abrae).
En este sentido el Consejo Universitario de la ULA aprobó un informe presentado por los integrantes de la Cuaa en donde se establece la importancia de proteger al Río Mucujún de nuevas alteraciones del equilibrio hidrológico, así como de deforestaciones, construcciones de complejos urbanísticos habitacionales y de actividades agropecuarias que demanden el consumo de grandes cantidades de agua, además de evitar que las aguas servidas se devuelvan a los cauces de los ríos. Tampoco debe permitirse el uso de productos químicos fertilizantes, herbicidas, fungicidas, e insecticidas, entre otros, por ser elementos no degradables biológicamente.
“La ciudad se enfrenta a un crecimiento explosivo y anárquico y su requerimiento de agua para consumo humano requiere, tanto de las aguas del Río Albarregas como las del Mucujún, que deben ser captadas en puntos altos para evadir los altos niveles de contaminación y ameritan enérgicos procesos de potabilización”.
Las advertencias de nuestra entrevistada, dedicada desde hace 25 años a la defensa del ambiente, se centran también en recordar que Mérida y su sistema de abastecimiento de agua están bajo la permanente amenaza del riesgo sísmico…entonces, ¿de dónde tomaremos agua en el 2021?

Un día para el agua

Con el lema “El agua, fuente de vida”, los integrantes de la Asamblea General de las Naciones Unidas, a partir de 1993, declararon el 22 de marzo de cada año como el Día Mundial del Agua. Esta decisión se tomó en conformidad con las recomendaciones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo.

Planeta líquido

“A pesar del enorme volumen de agua que existe en el planeta (1,41 mil millones de km3) sólo el 2% es agua dulce, la mayor parte de la cual (alrededor del 87%) se encuentra en capas de hielo, glaciares y aguas subterráneas, y un 13% (unos 2000 km3) es la cantidad de agua disponible que se encuentra en ríos, lagos y otros cuerpos de agua dulce”.

Enfermedad hídrica

“En 1939 el Presidente del Concejo Municipal de Mérida, Pablo Paredes Vivas, ordenó la cloración del agua del estanque principal, gasto considerado oneroso, por lo que fue rescindido el contrato de suministro de cloro y así quizás se origina la terrible epidemia de fiebre tifoidea que se presentó en Mérida en los primeros meses de 1945 con 243 casos para una población de sólo 16.145 habitantes”.

¿De dònde?

Nancy de Sardi: “Hemos visto cómo la ciudad ha utilizado las fuentes que vienen de la Sierra Norte ‘Sierra de La Culata’ cada vez más comprometidas y en franco proceso de deterioro, por lo que sólo podemos pensar, como probables fuentes alternas, los ríos y quebradas que bajan de la Sierra Nevada, fuentes que ya se utilizan intensamente por toda la población  que se ha desarrollado en las márgenes del Río Chama e incluso ayuda a paliar la terrible crisis de abastecimiento de agua que padece la ciudad de Ejido. Nos quejamos amargamente cuando merma el volumen de agua que llega a nuestras casas, pagamos con desdén las míseras tarifas que se cobran por el servicio de agua intradomiciliaria, no nos trasnocha la pérdida inútil de un grifo mal cerrado, pero nuestras fuentes de agua están cada día más amenazadas. Te reto a vivir un solo día sin agua y te transportarás a esta linda y húmeda ciudad en el año 21 de este siglo XXI”.