Aciertos y desaciertos en los mecanismos de admisión venezolanos

Opiniones del Rector Mario Bonucci

El Rector resalta que todo sistema tiene debilidades pero existen caminos para compensarlas

 El pasado martes el rector Mario Bonucci participó en el programa Universidad Somos Todos, de la Secretaría de la Universidad de Los Andes, pero lo hizo – tomando las palabras del secretario José Andérez – “no como Rector, sino como persona conocedora de los sistemas de admisión en la universidad venezolana”, habiendo trabajado en la dirección de una serie de proyectos de investigación, siendo coordinador de la Secretaría durante la gestión del Dr. Felipe Pachano, los cuales modelaron el sistema de admisión que la ULA tiene hoy en día

La Universidad Hipermasificada

Mario Bonucci inició con un repaso histórico de los métodos de admisión universitaria, recordando que tras la dictadura de Marcos Pérez Jiménez el rector Pedro Rincón Gutiérrez impulsó la masificación: “la universidad se fue construyendo y Perucho se guiaba por influencias nacionales e internacionales”, refiriéndose a Darcy Ribeiro, a quien señala como “el diseñador de una universidad de puertas abiertas para la hipermasificación al servicio de la democracia”. En la ULA esto representó la creación de los ciclos básicos de ciencia y tecnología, de humanidades y de ciencias de la salud, además de generar en la universidad una división geográfica de acuerdo a los núcleos.

El Rector explicó que para este momento había algunas disposiciones aisladas sobre política de admisión, pero no existía una política como tal. Es a finales de la década de los 80 cuando se crea desde la Secretaría el primer documento que aprueba el Consejo Universitario sobre el tema, y en ese entonces las facultades o carreras se clasificaron en hipermasificadas, masificadas y normales. Asimismo, el resaltó el análisis de la cantidad de estudiantes y su impacto en la ciudad, lo cual haría necesarias más residencias y mejores servicios públicos “hay que diseñar también una ciudad en función del crecimiento de la universidad”.

La Prueba de Aptitud Académica

“Cuando la educación universitaria comienza a crecer se detecta la necesidad de planificarla, y para ello se definió la aptitud, guiándonos por los trabajos hechos en Estados Unidos y Puerto Rico, donde habían avanzado en el tema considerando dos grandes áreas para tal medición: la lectoescritura y el racionamiento o habilidad numérica”. Todo esto condujo a lo que hoy se conoce como “sistema de admisión”, explica Bonucci, resaltando que Mérida fue experiencia piloto en la Prueba de Aptitud Académica. 

Esta prueba aportaba el 40 por ciento de un índice y el 60 restante era el resultado de las notas de 1ero a 4to de bachillerato. Explica el Rector que en el momento de asignar se agrupaba recién graduados (sin considerar estrato social) en donde se incorporaban además quienes tenían características especiales, al respecto afirma que “el algoritmo era complicado pero buscaba el mayor porcentaje de equidad”, sin embargo, tenía el sesgo de que quienes ingresaban a las universidades eran los que tenían el mayor índice de notas.

Bonucci admite que este sistema “excluía y condenaba” a no ingresar a las personas que provenían de zonas rurales o deprimidas, pero esto impulsó la creación de mecanismos complementarios en la ULA que incluso ayudaba a prepararse a los aspirantes. La Prueba de Aptitud Académica además servía para evaluar los planteles del país y tomar medidas correctivas, por ejemplo, la ULA brindaba asesoría  a los planteles en las áreas que sus estudiantes mostraban falencias. “Eran tiempos en los hacíamos trabajos de investigación y los publicábamos. Amalio Sarco Lira y mi persona éramos los que escribíamos sobre el tema en Venezuela”, recuerda.

Es la llamada “revolución” la que decide eliminar la Prueba de Aptitud Académica y así se pierde lo que para el rector Bonucci era un “valioso instrumento perfectible”. Al eliminar la prueba las notas del bachillerato pasaron a valer más de un 90 por ciento y se generó un sesgo mayor, afirma.

Ingreso sin permanencia

“¿De qué vale ganarse el cupo si no se pueden mantener en Mérida o ser exitosos en las carreras, la gente se admite es para que se gradúe?”, cuestiona Bonucci, recordando por ejemplo que en la Facultad de Ingeniería adelantó como trabajo de ascenso una investigación que buscaba determinar el perfil de la gente que ingresa y de los que aspiran a ingresar, “ahí descubrimos que ni pobres ni ricos son quienes más tocan la puerta de la universidad, es la clase media”. 

Por esta razón surgen programas como Fray Juan Ramos de Lora (ULA), Samuel Robinson (UCV) o el programa Pío (Simón Bolívar), los cuales producen una inclusión con calidad en donde al estudiante no se le regala el cupo, se le prepara para ganárselo y se le ayuda a permanecer en la universidad de manera exitosa.

El nuevo criterio: un capricho

Bonucci considera que lo OPSU no maneja un sistema sino un programa de admisión, el cual ha cambiado sus características. Además destaca que la admisión no se puede reducir a una “repartición de cupos”, lo que a su juicio es lo que se está haciendo desde el Ministerio en este momento.

Recientemente el ministro Manuel Fernández decidió la asignación de casi la totalidad de los cupos en las universidades autónomas del país, valiéndose para ello de un criterio que considera un 50 por ciento las notas de bachillerato, un 30 las condiciones socioeconómicas, 15 de territorialidad y 5 por participación en procesos anteriores, sin embargo, Bonucci resalta que no hay estudios que respalden las decisiones recientes, afirmando que son “caprichos personales”. 

“Le pedimos al ministro desde hace 6 meses que nos muestre el estudio para cambiar el criterio, y no nos ha mostrado nada”. El Rector de la ULA considera que el cálculo de la condición socioeconómica a través de una encuesta en internet brinda una variable ilustrativa que no puede ser validada, destacando además que el nuevo criterio produce un sesgo en donde el buen estudiante de liceo público o privado va a ver dificultado o incluso imposibilitado su ingreso a la universidad. 

Sin embargo, estima que no puede haber una reflexión en torno al proceso de admisión que considere solamente si se viola o no la Autonomía Universitaria, “hay que considerar la existencia de un problema país y una juventud que espera que tomemos las mejores decisiones para ellos”. 

Las sugerencias

En el programa Universidad Somos Todos se le preguntó al Rector sobre lo que a su juicio no ha debido hacerse desde la OPSU en materia de admisión. Al respecto destacó que se haya seguido el camino de la imposición de las decisiones a partir del poder que otorga el cargo de ministro, lo cual apagó la posibilidad de disentir sobre el tema a los especialistas. 

Asimismo, señala que debe existir un mecanismo permanente de revisión, una política de Estado que defina qué se va a formar, cómo se va a formar y en qué proporción se va a hacer. Esa política además debería conocer las características de la gente que toca las puertas de la universidad, “hay que llamar la atención por ejemplo sobre el hecho de que los más pobres casi no tocan las puertas de las universidades y es que la iniquidad en el país arranca desde que se nace, el pobre al entrar en la universidad no tiene como comer ni como vivir”, dijo. 

Para el Rector de la ULA es importante puntualizar además las características de quienes quedan por fuera para así conocer sus falencias y resolverlas mediante mecanismos complementarios, además de hacer estudios de prosecución pues resalta que la universidad no puede perder dinero ni tiempo en gente que entra y no se gradúa.

“La universidad no es sólo para graduar gente, ésta también puede y debe contribuir doctrinariamente en el esclarecimiento de los problemas del país mediante la extensión y la investigación, pero para eso hace falta política consensuada y dinero”, expresó.  

La solución no está en los extremos

Mario Bonucci alerta sobre la parcialización de la discusión, refiriéndose a su propuesta en el Consejo Universitario, la cual incluye la introducción de un recurso de nulidad ante el TSJ, acudir a la Fiscalía para denunciar al ministro por excederse en sus funciones, la realización de estudios estadísticos sobre la prosecución e ingreso, además de la incorporación de los jóvenes asignados por OPSU. 

“El caos que está generando el ministro de educación universitaria no es culpa de los jóvenes que fueron asignados, ellos en todo caso son víctimas de una medida populista que les ha generado expectativas y no será la universidad la que derrumbe esos sueños”, expresó, recordando que el tema será abordado nuevamente en el Consejo Universitario este lunes.

La decisión del ministerio es ilegal

El Rector asegura que la decisión del ministerio es ilegal e írrita, y por tanto las universidades autónomas accionarán los recursos legales que les brindan la Constitución y las leyes, sin embargo, recuerda que desde 2009 la Asociación Venezolana de Rectores Universitarios introdujo un recurso de nulidad sobre la Ley Orgánica de Educación que 6 años después no ha recibido respuesta alguna. “El TSJ simplemente ha ignorado nuestra solicitud incumpliendo sus funciones”.

Los hechos

En el año 2008, siendo rector Lester Rodríguez Herrera y ministro Luis Acuña, se decidió eliminar las pruebas de admisión en el CNU, dejando establecido que sería en el mes de mayo cuando se tomaría la decisión definitiva. Llegado el momento se acordó que la OPSU asignaría el 30 por ciento de los cupos, lo cual revertía la decisión anterior y mantenía las pruebas de admisión.

“Esto fue una práctica pacífica, nunca objetada y aceptada como legítima, que operó durante 7 años hasta que llegó el ministro actual, quien arbitrariamente omite el acuerdo de mayo, y desconoce el Artículo 26 de la Ley de Universidades y el 20 de la misma ley”, expresó el Rector, agregando que además se olvidó algo que para los abogados es muy importante, y es que cuando la Constitución, la ley orgánica y una ley especial tratan un mismo tema, debe primero guiarse por la ley especial por serla más específica en la materia.

No obstante, Mario Bonucci concluyó resaltando que todo mecanismo de admisión es imperfecto y produce un sesgo, lo cual se puede corregir sólo con medidas complementarias consensuadas y diseñadas a partir de estudios serios, lejos de pasiones políticas, “la educación no puede ser usada como una herramienta política, pues esta se desvirtúa y será con los años cuando se vea el efecto de malos profesionales guiando el destino del país”. (NE/PrensaULA/CNP 18728)

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