La COVID-19 ¿Llegó para quedarse?
Ante la aparición de la COVID-19, David José Castillo Trujillo, MD, PhD, doctor en Ciencias Médicas y profesor e Investigador asociado del Departamento de Medicina Preventiva y Social de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes (Mérida – Venezuela), nos ofrece un panorama general del concepto, características y consecuencias sanitarias y sociales causadas en el mundo por la COVID-19.
¿Qué es la COVID-19?
Es una enfermedad infecciosa causada por un virus de la familia Coronaviridae de tipo ARN con envoltura que llamaron SARS-CoV-2, el cual puede afectar a varias especies del reino animal; en los humanos, los coronavirus causan enfermedades respiratorias que van, desde el resfriado común hasta enfermedades graves, tales como: el Síndrome Respiratorio del Oriente Medio (Mers), el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (Sras) y la Enfermedad del Nuevo Coronavirus o Coronavirus Disease 2019 (COVID-19).
¿Cómo se transmite la COVID-19 y cuáles son los síntomas?
Los coronavirus se transmiten por aerosoles de secreciones respiratorias y, en el caso de la COVID-19, se transmite de persona a persona cuando están en contacto cercano (menos de 1,5 metros de distancia) a través de gotas de saliva (conocidas como microgotas de Flügge) que son emitidas al hablar, estornudar, toser o respirar; también puede transmitirse al tocar superficies contaminadas y, posteriormente, tocarse la cara o mucosas. Los síntomas suelen ser leves y comienzan gradualmente, los más frecuentes son fiebre, tos seca y cansancio; los menos frecuentes son dolores y molestias generales: congestión nasal, dolor de cabeza, conjuntivitis, dolor de garganta, diarrea, pérdida del gusto u olfato, erupciones cutáneas o cambios de color en dedos de manos y pies. El 80 % de las personas que contraen la enfermedad se recuperan solo con tratamiento sintomático, sin llegar a necesitar tratamiento médico en urgencias.
¿En qué casos se torna más peligrosa la COVID-19?
Una de cada cinco personas que contraen la COVID 19 acaba presentando un cuadro grave y experimenta dificultades respiratorias. Los mayores de 60 años y quienes padecen afecciones médicas previas como hipertensión arterial, problemas cardiopulmonares, diabetes, cáncer, obesidad o asma, tienen más probabilidad de presentar cuadros graves, sin embargo, cualquier persona puede contraer la COVID 19 y caer gravemente enferma. Personas de cualquier edad, que tengan fiebre o tos y además presenten dificultad respiratoria, con dolor u opresión en pecho con dificultad para hablar o moverse; deben solicitar atención médica inmediatamente.
¿Qué hacer cuando se sospecha la presencia de la COVID-19?
Si cree tener la enfermedad COVID 19 y se confirma mediante una prueba o test diagnóstico, debe aislarse por 14 días, incluso después de que los síntomas hayan desaparecido, como medida de precaución. Las instituciones con mayor riesgo de transmisión son: hospitales, residencias geriátricas, centros educativos, cárceles y embarcaciones. La mayoría de las recomendaciones están dirigidas a frenar la propagación del virus, pero lo que verdaderamente tenemos que recomendar es cómo enfrentar, resistir y superar esta pandemia.
No conocemos exactamente cuánto tiempo las personas siguen siendo contagiosas después de recuperarse y cuánto tiempo durará el virus en el ambiente. Lo importante es tomar en cuenta que comer sano, tomar suficiente agua, evitar el estrés sostenido, ser positivos, hacer ejercicios, dormir lo suficiente y meditar, nos proporcionará salud física y emocional, necesaria para ser menos propenso a contraer enfermedades.
¿Cuándo aparece este nuevo virus?
La COVID-19 se identificó por primera vez el 12 de diciembre de 2019 en la población de Wuhan, provincia de Hubei, República Popular China; donde reportaron un caso de neumonía grave de etiología desconocida. Durante ese mes llegaron varios casos con las mismas características fisiopatológicas. El 01 de enero de 2020, la autoridad sanitaria de Wuhan observa una característica epidemiológica común: todos los casos habían estado en el Mercado de Mayoristas de Huanan y, según los datos epidemiológicos, infirieron que los animales salvajes vendidos allí podrían ser la fuente del virus, ordenando el cierre de dicho mercado.
Para el 05 de enero se confirma que los casos de neumonía no corresponden al Sras ni al Mers, y el día 07 se identifica un nuevo coronavirus que llaman 2019-nCov. En la cronología de eventos se observó que el día 11 de ese mismo mes reportan la primera muerte, el día 12 se comparte la secuencia genética del virus a los países que desarrollan los kits diagnóstico, el día 13 reportan un caso en Tailandia, el día 16 reportan un caso en Japón, el 17 se reporta una segunda muerte, el 19 se reportan casos en Beijing y Shenzhen, y el día 20, China reporta 139 casos nuevos de la enfermedad, incluida la tercera muerte. Para el día 21 se confirma el primer caso de la COVID-19 en los Estados Unidos de Norteamérica y el 24 se reportan los primeros casos en Europa. El día 27 el doctor Li Wenliang (médico que fue blanco de la policía por intentar alertar, en diciembre de 2019, sobre un virus “similar al SARS”) muere por la enfermedad del nuevo coronavirus. Para el 11 de marzo, el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que habían llegado a la conclusión de que la Coronavirus Disease 2019 (COVID-19) puede considerarse una PANDEMIA.
¿Se puede identificar con precisión el origen de la COVID-19?
Se ha especulado mucho sobre el origen del virus, se ha hablado de teorías conspirativas y de armas biológicas, pero actualmente y gracias al equipo de especialistas estadounidenses que estuvo integrado por Kristian Andersen, del Centro de Investigación Biomédico de Scripps Research; Robert F. Garry, de la Universidad de Tulane; Edward Holmes, de la Universidad de Sydney; Andrew Rambaut, de la Universidad de Edimburgo y W. Ian Lipkin, de la Universidad de Columbia; se tiene una evidencia científica que comprueba que el virus que causa la enfermedad COVID-19 evolucionó a su estado patógeno por selección natural en un huésped no humano y luego habría saltado a las personas. Por otra parte, Josie Golding, responsable del Departamento de Epidemiología de la Wellcome Trust de Londres, expresó que dicho hallazgo descalifica los rumores que han estado circulando sobre el origen no natural del virus SARS-CoV-2 que causa la COVID-19.
¿Por qué hablamos de una pandemia y no de epidemia o enfermedad endémica?
La enfermedad COVID-19 es una pandemia, pues afecta a extensas regiones geográficas (un total de 218 países y todos los continentes). No es una epidemia o enfermedad endémica, ya que las epidemias son causadas por enfermedades contagiosas que se propagan rápidamente en una población determinada o circunscrita, con afectación simultánea de un gran número de personas durante un período de tiempo determinado. Las enfermedades endémicas, por otra parte, se caracterizan por persistir de forma continua o episódica en una zona geográfica determinada.
¿Cuál es el comportamiento de la enfermedad COVID-19 en el mundo?
Hasta el día de hoy, 19 de julio de 2020, se han reportado 14.531.320 casos en un total de 218 países afectados por la pandemia, con 8.667.126 casos que se han recuperado y 606.777 casos fallecidos. Al analizar el número de personas contagiadas por continente, vemos que América del Norte posee un total de 4.309.994 casos, Asia 4.163.194, América del Sur 3.223.877, Europa 1.897.599, África 708.309, América Central-El Caribe 213.480 y Australia-Oceanía 13.513 casos. Al evaluar los primeros 5 países con mayor número de casos tenemos a Estados Unidos con 3.860.586, Brasil 2.076.635, India 1.116.613, Rusia 771.546 y Sudáfrica 350.879. Si observamos el comportamiento de la letalidad en cada país, tenemos que los primeros 5 países con mayor letalidad son Francia con 17,3 %, Bélgica 15,5 %, Reino Unido 15,4 %, Italia 14,3 % y Países Bajos 11,9 %.
¿La Covid-19 es un problema de salud pública?
¡Claro que es un problema de salud pública!, para ello evaluamos las estadísticas de salud según los criterios de magnitud, vulnerabilidad y trascendencia. En el criterio MAGNITUD tenemos una alta morbilidad en la población en general, una baja mortalidad y una variada letalidad que depende del envejecimiento de la población y de los antecedentes patológicos previos que posee el individuo que contrae la enfermedad (enfermedades cardiovasculares, diabetes, enfermedad obstructiva crónica (Epoc), hipertensión arterial, cáncer, obesidad y asma).
En el criterio de VULNERABILIDAD posee una alta transmisibilidad que es una característica específica de los coronavirus, una baja prevenibilidad por no existir una vacuna o un fármaco idóneo para prevenir el contagio y, por último, en el criterio TRASCENDENCIA, se presenta una alta dramaticidad por crear miedo generalizado en la población debido al confinamiento obligatorio, al colapso del sistema de salud y al riesgo constante de contagio que tiene el personal sanitario, que puede complicarse y tener una alta probabilidad de muerte. Si tomamos en cuenta todos estos aspectos, la COVID-19 tiene una repercusión no específica de tipo negativa, marcada por la ignorancia que se tiene sobre la enfermedad y agravada por la actuación irresponsable de algunas personas que hacen caso omiso de las recomendaciones sanitarias.
Finalmente, al evaluar los años de vida potencialmente perdidos, el indicador es bajo, ya que la sociedad no sufre una pérdida significativa de años, puesto que la mayoría de muertes se producen en personas mayores de 60 años.
¿Qué se recomienda entonces?
Solamente existe el compromiso individual, familiar y colectivo de “cuidarse y cuidar”, representado por una higiene frecuente de las manos (con agua y jabón o con un desinfectante a base de alcohol), higiene frecuente bucodental (con cremas dentífricas y antisépticos orales), uso de equipos de protección individual (lentes, mascarillas y guantes) en el momento de salir de casa, limpiar y desinfectar frecuentemente la casa, y el distanciamiento físico entre personas o mal llamado distanciamiento social (de al menos 1,8 metros, 6 pies o aproximadamente 2 brazos extendidos).
A pesar del gran número de casos, ¿Podemos hablar de una alta curabilidad?
El 90 % de los casos se resuelve en casa con tratamiento farmacológico sintomático y solo un 10 % con tratamiento farmacológico en hospitalización. Si tiene la sintomatología que explicamos anteriormente y cree tener la COVID-19 debe consultar a su médico de cabecera (por teléfono), quien le recomendará y le indicará qué hacer. El objetivo principal del tratamiento es aliviar los síntomas e incluye reposo absoluto en casa, tomar mucho líquido, usar analgésicos y antigripales. Si advierte dificultad respiratoria, opresión en pecho, labios y cara de color azulado, debe llamar inmediatamente al número local de atención de emergencias.
¿Qué pasará con los seres humanos de continuar las estrategias de aislamiento, cuarentena y distanciamiento físico?
Los seres humanos somos individuos sociales por naturaleza, necesitamos de un sistema sociocultural dinámico e interactivo que garantice nuestro desarrollo, en tal sentido, todas estas estrategias de aislamiento, cuarentena y distanciamiento físico, generan daños emocionales en la salud mental de los individuos y en las dimensiones del sistema sociocultural de las comunidades. Las preocupaciones que genera la COVID-19 suelen ser abrumadoras, propiciando estrés, ansiedad, miedo, tristeza y soledad, que posiblemente empeoren los trastornos de salud mental (ansiedad y depresión). La pandemia no solo ha generado un estrés colectivo, sino que ha frenado la actividad económica y, para reactivarla, se necesitará mucho tiempo. La pregunta sería: ¿cómo defender la salud sin frenar la economía? La Organización Mundial de la Salud, OMS, combate la pandemia con la estrategia que propuso China (test, aislamiento y rastreo de contactos), siendo esta netamente sanitaria y no contempla el factor tiempo, cantidad de recursos necesarios e impacto sociocultural, por tal motivo, se debe asumir una estrategia multidisciplinaria que analice el problema desde varios puntos de vista.
¿Hay esperanzas en torno al desarrollo de una vacuna?
Recordemos que en los Estados Unidos tomaron la decisión de retirarse de la OMS porque no están de acuerdo con la estrategia propuesta por China. El gobierno norteamericano invierte recursos económicos para desarrollar otras instituciones de salud pública que sean mucho más efectivas. El Instituto Nacional de Salud y la empresa Moderna Inc. están desarrollando una vacuna y el equipo de investigación reportó a la revista New England Journal of Medicine que los primeros 45 voluntarios, que fueron vacunados en marzo de este año, desarrollaron lo que se conoce como anticuerpos neutralizantes en su torrente sanguíneo (moléculas que bloquean las infecciones) en niveles comparados con los hallados en personas que se recuperaron de la COVID-19. Actualmente, esta investigación se encuentra en la fase final y, durante la última semana del mes de julio de este año 2020, realizarán un ensayo con 30 mil participantes, donde la meta será lograr prevenir todos los síntomas de esta enfermedad y evitar la infección del SARS-CoV-2. La otra experiencia de experimentación de una vacuna es de la Universidad de Oxford, en el Reino Unido. Sus hallazgos son prometedores, pero todavía es demasiado pronto para saber si garantiza o no la protección.
¿La COVID-19 llegó para quedarse?
Actualmente la humanidad se encuentra secuestrada por un virus nuevo que obligó a implementar una estrategia de confinamiento que complicó la dinámica sociocultural del mundo. Hasta el momento, la pandemia ha afectado a 218 países, dejando 606.777 personas fallecidas y el colapso del sector salud en la mayoría de los países, lo cual ocasiona efectos psicológicos nocivos en la población y genera pérdida de tiempo para el aprendizaje estudiantil y pérdidas millonarias en la economía mundial que han obligado a hacer cambios en el patrón de consumo, además de modificación de estilos, condiciones y modos de vida de las poblaciones. El Instituto de Investigación y Políticas de Enfermedades Infecciosas de Minessota, asevera que -y aquí cito textualmente- “la COVID-19 llegó para quedarse por los siguientes 24 meses y que la pandemia no terminará hasta que el 60-70 % de la población mundial esté infectada o protegida contra la enfermedad”. Cuando leí dicha aseveración, pensé sobre el futuro de la humanidad y me vinieron a la mente varias palabras: fe, optimismo, adaptación, reinvención, transformación, aceptación y compromiso para generar soluciones integrales y reconstruir un vínculo idóneo con la naturaleza y con las sociedades, disminuyendo así las inequidades que vulneran a las diferentes poblaciones que componen nuestro planeta tierra. Esta pandemia es una respuesta global de que las cosas no las estamos haciendo bien. /Adriana Heras/Prensa ULA