Reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús llegan por primera vez a la ULA
La Universidad de Los Andes tendrá el honor de recibir las reliquias de Santa Teresita del Niño Jesús, durante la celebración eucarística navideña prevista para este jueves 12 de diciembre, desde las 4 y 30 de la mañana, en el Aula Magna del Edificio Rectorado.
En el marco de la tradicional Misa de Aguinaldo, los universitarios también podrán compartir este momento especial de la Doctora de la Iglesia y Patrona de las Misiones, que se hace peregrina en Venezuela y que en el estado Mérida cumplirá su recorrido entre el 10 y el 19 de diciembre. La comunidad católica de los Carmelitas Descalzos forman parte de esta comisión central que planificó la primera visita de la Santa a tierras venezolanas y merideñas.
Desde esta martes 10 de diciembre, las reliquias recorrerán las poblaciones de Chiguará, San Juan de Lagunillas, Las González, Ejido y pernoctará en el Monasterio de las Carmelitas Descalzas en el sector El Manzano. El día 11 se llevará al convento de Los Frailes Carmelitas Descalzos y el 12 de diciembre serán llevadas al Aula Magna de la ULA desde las 5 hasta las 8 de la mañana. Posteriormente se trasladarán a la Capilla de El Carmen y luego a la Catedral Metropolitana de Mérida desde las 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde, para llevar estas reliquias de la Santa a la Parroquia San Miguel del Llano, donde pernoctará.
Así seguirá el recorrido de Santa Teresita del Niño Jesús por otras iglesias de la entidad merideña, entre la que se destaca la del día domingo 15 cuando estará presente, desde las 10 de la mañana, en la Parroquia Universitaria Jesús Maestro de la Universidad de Los Andes, en La Hechicera. A la 1 y 30 de la tarde se llevará desde este punto mencionado hacia la Iglesia de la Parroquia San Juan Bautista de Milla.
Según informan los integrantes de la Comisión Central de esta visita en Venezuela, desde octubre de 2013 hasta enero de 2014 se realiza la visita de la Santa a diferentes estados del país. Mencionan en su documento que a partir del año 1994 las reliquias de Santa Teresita de Lisieux visita las comunidades cristianas dispersas por los cinco continentes. A ella se le considera la escritora más traducida, incluso más que Shakespeare o Cervantes, y la “Santa más grande de los tiempos modernos”.
“La visita de las Reliquias de Santa Teresita es una expresión de fe de la Iglesia. No tiene un significado mágico supersticioso o alguna especie de consulta de muertos, o cualquier forma de expresión de religiosidad insana. Tampoco representa alguna forma de proselitismo político, su única acción política, en todo caso, será el acrecentamiento de la unión en el amor de los discípulos de Cristo”, dijeron los representantes sobre parte del significado de esta acción religiosa.
La Parroquia Universitaria Jesús Maestro de la ULA, encabezada por el presbítero Reinaldo Muñoz Contreras, hace la invitación a los universitarios para que asistan a este momento histórico religioso previsto para el 12 de diciembre en el Aula Magna, así como el domingo 15 de diciembre en la Capilla Universitaria, a fin de que reciban la presencia de la Santa con las bendiciones, pétalos de rosas, a una religiosa ejemplar que dejó una profunda huella en la Iglesia Católica del mundo. (José Ramón Dávila. CNP 10.692 / Prensa ULA)
Biografía de Santa Teresita del Niño Jesús (Tomada del sitio web www.cst.edu.ve/biografia.html)
María Francisca Teresa nació el 2 de Enero de 1873 en la ciudad de Alenson, Francia. Hija de Luis Martín, quién era relojero, y de Celia Guerín, quien era costurera. Tuvo una infancia feliz y ordinaria, llena de buenos ejemplos. Teresita era viva e impresionable, pero no particularmente devota.
En 1877, cuando Teresita tenía cuatro años, murió su madre. Su padre vendió su relojería y se fue a vivir a Lisieux donde sus hijas estarían bajo el cuidado de su tía, la Sra. Guerín, que era una mujer excelente. Las hermanas de Teresita eran Paulina, María, Leonia y Celina. La que dirigía la casa era María y Paulina, que era la mayo, se encargaba de la educación religiosa de sus hermanas. Pero de todas ellas, Celina era su hermana preferida, con solo tres años de diferencia se entienden muy bien.
Cuando Teresita tenía 9 años, Paulina ingresó al Convento de las Carmelitas. Desde entonces, Teresita se sintió inclinada a seguirla por ese camino. Era una niña afable y sensible y la religión ocupaba una parte muy importante de su vida.
Cuando Teresita tenía catorce años, su hermana María se fue al Convento de las Carmelitas igual que Paulina. La Navidad de ese año, tuvo la experiencia que ella llamó su “conversión”. Dice ella que apenas a una hora de nacido el Niño Jesús, inundó la oscuridad de su alma con ríos de luz. Decía que Dios se había hecho débil y pequeño por amor a ella para hacerla fuerte y valiente.
Al año siguiente, Teresita le pidió permiso a su padre para entrar al Convento de las Carmelitas y él dijo que sí. Las monjas del convento y el obispo de Bayeux opinaron que era muy joven y que debía esperar.
Algunos meses más tarde fueron a Roma en una peregrinación por el jubileo sacerdotal del Papa León XIII. Al arrodillarse frente al Papa para recibir su bendición, rompió el silencio y le pidió si podía entrar en el convento a los quince años. El Papa quedó impresionado por su aspecto y modales y le dijo que si era la voluntad de Dios así sería.
Teresita rezó mucho en todos los santuarios de la peregrinación y con el apoyo del Papa, logró entrar en el Carmelo en Abril de 1888. Al entrar al convento, la maestra de novicias dijo: “Desde su entrada en la orden, su porte tenía una dignidad poco común para su edad, que sorprendió a todas las religiosas”. Profesó como religiosa el 8 de Septiembre de 1890. Su deseo era llegar a la cumbre del monte del amor.
Teresita cumplió con las reglas y deberes de los Carmelitas. Oraba con un inmenso fervor por los sacerdotes y los misioneros. Debido a esto, fue nombrada después de su muerte, con el título de Patrona de las Misiones, aunque nunca había salido de su convento.
Se sometió a todas las austeridades de la orden, menos al ayuno, ya que era delicada de salud y sus superiores se lo impidieron. Entre las penitencias corporales, la más dura para ella era el frío del invierno en el convento. Pero ella decía “Quería Jesús concederme el martirio del corazón o el martirio de la carne; preferiría que me concediera ambos”. Y un día pudo exclamar “He llegado a un punto en el que me es imposible sufrir, porque todo sufrimiento es dulce”.
En 1893, a los veinte años, la hermana Teresa fue nombrada asistente de la maestra de novicias. Prácticamente ella era la maestra de novicias, aunque no tuviera el título. Con respecto a esta labor, decía ella que hacer el bien sin la ayuda de Dios era tan imposible como hacer que el sol brille a media noche.
Su padre enfermó perdiendo el uso de la razón a causa de dos ataques de parálisis. Celina, su hermana, se encargó de cuidarlo. Fueron unos años difíciles para las hijas. Al morir el padre, Celina ingresó al convento con sus hermanas.
En este mismo año, Teresita se enfermó de tuberculosis. Quería ir a una misión en Indochina pero su salud no se lo permitió. Sufrió mucho los últimos 18 meses de su vida. Fue un período de sufrimiento corporal y de pruebas espirituales. En junio de 1897 fue trasladada a la enfermería del convento de la que no volvió a salir. A partir de agosto ya no podía recibir la Comunión debido a su enfermedad y murió el 30 de Septiembre de ese año. Fue beatificada en 1923 y canonizada en 1925. Se le presenta como una monja carmelita con un crucifijo y rosas en los brazos. Ella decía que después de su muerte derramaría una lluvia de rosas.
El culto a esta santa comenzó a crecer con rapidez. Los milagros hechos gracias a su intercesión atrajeron la atención de los cristianos del mundo entero.
Escribió el libro “Historia de un alma” que es una autobiografía. Escribe frases preciosas como estas en ese libro: “Para mí, orar consiste en elevar el corazón, en levantar los ojos al cielo, en manifestar mi gratitud y mi amor lo mismo en el gozo que en la prueba.”; “Te ruego que poses tus divinos ojos sobre un gran número de almas pequeñas”. Teresita se contaba a sí misma entre las almas pequeñas, decía “Yo soy un alma minúscula, que sólo puede ofrecer pequeñeces a nuestro Señor”.