En el Día Mundial del Ambiente universitarios dirigen atención hacia una propia política ambiental
** Este lunes 6 de junio los integrantes de la Comisión Universitaria de Asuntos Ambientales, representados por su coordinadora, la doctora Nancy Freitez de Sardi, expondrán ante el Consejo Universitario una propuesta para crear la “Política ambiental de la Universidad de Los Andes”
Todos tenemos un día especial-individual en el calendario: nuestro cumpleaños, el nacimiento de los hijos, el aniversario de bodas… pero cuando todo el planeta se une para celebrar un acontecimiento específico, entonces estamos frente a un día especial-grupal.
Eso es lo que ocurre con el Día Mundial del Ambiente, conmemorado el 5 de junio de cada año luego de la aprobación, por parte de los integrantes de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de la Resolución 27, la cual no es un número más, sino un llamado de alerta para que todos los seres humanos seamos conscientes de que el planeta sí tiene caducidad y que somos nosotros los llamados a extender su fecha de garantía.
Esto ocurrió en 1972 y ese mismo día se aprobó también la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), encargado de evaluar el ambiente mundial e identificar qué casos necesitan de cooperación internacional, formular leyes sobre el ambiente, dirigir asociaciones para la protección del mismo y promover, entre otros, el desarrollo de tratados ambientales internacionales.
El Día Mundial del Ambiente, según los integrantes del Pnuma, “es un evento anual que busca ser el día más extensamente celebrado a nivel mundial, mediante una acción medioambiental positiva. Las actividades se realizan durante todo el año, pero su punto más alto es el 5 de Junio con la participación de personas de todos los lugares geográficos”.
Queda claro de nuevo: la idea es sensibilizar a los habitantes del planeta tierra para que, cada vez con más frecuencia, se formulen preguntas reflexivas como por ejemplo ¿Qué hago para que mi ciudad sea cada vez más limpia? ¿Qué sacrificios estoy dispuesto a hacer para disminuir el calentamiento global? ¿Qué sé sobre las energías limpias? ¿Puedo contarme entre los que ahorran electricidad? ¿Estoy malgastando el agua? ¿Enseño a mis hijos a observar y cuidar los recursos naturales que les rodean?
Pero para llegar a ese cuestionamiento individual hace falta la implementación de políticas y programas gubernamentales dirigidos a todas las comunidades y cuyos lineamientos principales sean suficientemente claros: no es posible emprender acciones dirigidas a la protección del ambiente sin la participación de todos.
Esta afirmación nuestra encuentra eco en lo afirmado por la doctora Nancy Freitez de Sardi -actual coordinadora de la Comisión Universitaria de Asuntos Ambientales de la ULA- en un trabajo de su autoría titulado Una universidad ambiental para una Mérida sostenible y para la gente: “Cualquier proyecto que quiera hacer de Mérida una ciudad que merezca el calificativo de sostenible y para la gente, requiere propiciar el consenso de todos los miembros de la colectividad, donde la Universidad de Los Andes como líder cultural, junto a los entes del gobierno regional y local, pueda sumar sus esfuerzos hacia lo que deberá ser el objetivo prioritario de la población”.
Y este párrafo es justo lo que necesitábamos para destacar el trabajo que se hace en la ULA en defensa del ambiente, no sólo desde su Comisión Universitaria de Asuntos Ambientales, sino también desde sus numerosos grupos de docencia, investigación y extensión dedicados a esta área; porque ya no se trata de lo que “podría ocurrir” sino de lo que “ya está ocurriendo” en nuestro planeta: destrucción de la capa de ozono, calentamiento global, lluvia ácida, destrucción de selvas y bosques tropicales, desertificación, extinción de especies animales, disposición final de desechos tóxicos, contaminación del agua y del aire.
“Perucho” ambientalista
No en vano lo llamamos “Rector Magnífico”. El pensamiento del doctor Pedro Rincón Gutiérrez parece gravitar en cada pasillo, en cada aula, en cada oficina de nuestra Universidad de Los Andes, y a este hombre visionario no se le escapó el tema ambiental. Es por eso que en 1988, durante uno de sus períodos rectorales, Junio se decretó como el “Mes del ambiente andino venezolano” y se creó, además, el Premio Universitario de Conservación “Carlos Liscano”.
Los integrantes del Consejo Universitario para ese entonces se encargaron de resaltar en el acuerdo que “la ULA, por ser un centro de educación superior y gran potencial académico, está obligada a precisar los objetivos que conduzcan a la adquisición de un criterio ambientalista de la vida, cualquiera sea la naturaleza de la profesión, credo religioso, condición social o preferencia de sus integrantes”.
Hoy día, las ideas que Pedro Rincón Gutiérrez formuló alrededor de la defensa del ambiente merideño y venezolano, se intensifican. Los integrantes de la Comisión Universitaria de Asuntos Ambientales –docentes de todas las facultades de la ULA- trabajan arduamente desde el año 2000, uniendo conocimientos y análisis, para proponer la creación de una “Política ambiental de la Universidad de Los Andes” que, según la doctora Nancy Freitez de Sardi trace, de manera explícita, “las líneas de pensamiento y de acción en todas las actividades de nuestra universidad para propiciar la sostenibilidad y que pudiera ser un modelo para orientar las acciones a asumir en otros centros de educación superior de nuestra región y hasta del país, en la confianza de que así estaremos cumpliendo con nuestro compromiso ético de conservar, defender y mejorar el ambiente merideño, incorporando la dimensión ambiental de manera real y efectiva a toda la vida de nuestra universidad”.
ULA ambiental
Todo está unido en una trama de hilos visibles: el Día Mundial del Ambiente, el Mes del Ambiente Andino Venezolano y un rector, Mario Bonucci Rossini, interesado en dar continuidad a los sueños de “Perucho”. La confabulación de estos hechos hizo posible la presentación, este lunes 6 de junio y ante el Consejo Universitario, de una política que, como ya dijimos, podría ser la brújula que oriente las acciones ambientales de la Universidad de Los Andes.
“La base filosófica que sustente esa política –insiste Nancy de Sardi- no puede ser otra que la Declaración de Estocolmo (1972), que proclama lo siguiente: ‘El hombre tiene el derecho fundamental a la libertad, la igualdad y al disfrute de condiciones de vida adecuadas, en un medio de calidad tal que le permita llevar una vida digna y gozar del bienestar, pero tiene la obligación de proteger y mejorar el ambiente para las generaciones presentes y futuras’”.
Los principios que soportan esta política son los siguientes: el valor de la vida como valor intrínseco de la naturaleza, el ser humano y la naturaleza son miembros inseparables de la totalidad, en constante e indisoluble correlación; la naturaleza posee y establece límites a su control, perturbación y sometimiento; el ambiente proporciona al ser humano servicios y cualidades ambientales de carácter inmaterial; se debe conservar la naturaleza adecuando el sistema económico a un uso equilibrado en el manejo de los recursos naturales; el derecho ambiental o derecho de los seres humanos a un ambiente sano debe ser concebido, desarrollado, formulado e implementado como un “derecho de solidaridad”; y ambiente, sociedad y universidad deben conformar una interrelación indivisible en la búsqueda del desarrollo nacional, el bienestar de la población y la conservación del ambiente.
Autoridades y consejeros universitarios tienen ahora la responsabilidad histórica de analizar, aprobar y adoptar políticas y medidas que permitan a la Universidad de Los Andes hacer sus aportes en esta cruzada mundial, ineludible por demás, de preservar nuestro planeta y, por ende, nuestra existencia.