La arquitectura moderna de Mérida también está en peligro
Casas y edificios de urbanizaciones que marcaron pauta y representaron la renovación arquitectónica urbana, se han derrumbado o transformado en comercios, irrespetando el diseño original del arquitecto. Voces de la Universidad de Los Andes hacen un llamado de alerta
Caminar por el centro de la ciudad de Mérida es un sufrimiento para los nostálgicos y para los defensores del patrimonio cultural y arquitectónico de la ciudad, cuando observan, resignados, cómo antiguas casonas de estilo colonial, o bien han sido derribadas en su totalidad -incluida fachadas- para construir feos edificios sin estilo, o han sido transformadas en mini centros comerciales cuya “remodelación” sólo terminó destruyendo un tipo de arquitectura muy particular.
Las ordenanzas municipales en la materia son incumplidas. El crecimiento de la población y del comercio en el casco urbano central de Mérida, indetenible, no tiene entre sus preocupaciones mantener un determinado patrimonio urbano.
Algunos programas han permitido salvar y restaurar algunas fachadas, como es el caso de los sectores de Milla y El Espejo, pero han sido insuficientes. Cada día, una casa se tumba o se “remodela” para abrir una venta de ropa íntima o un “todo a mil”, sin que nadie pueda hacer nada. El desarrollo económico que el crecimiento comercial brinda no es el problema. Este es, más bien, necesario. Lo malo es cuando ese progreso no va de la mano con la conservación de una ciudad que tenía unas características tan especiales como Mérida.
Salvar lo que queda
Arquitectos, urbanistas, artistas, investigadores, y ciudadanos comunes han escrito mucho sobre el tema, y llaman a las autoridades y a la empresa privada para que se detenga el progresivo deterioro de la ciudad, especialmente del casco urbano central.
Otros han querido ir más allá, como es el caso de la profesora Beatriz Febres-Cordero, actualmente coordinadora del postgrado en Desarrollo Urbano Local de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad de Los Andes. No sólo la arquitectura tradicional andina se está perdiendo. La modernidad que llegó a Mérida en los años 50 del siglo XX, representada en casas y edificios tanto del centro de la ciudad como de urbanizaciones aledañas -El Encanto, en la avenida Urdaneta, por ejemplo- también es víctima de este atropello.
Ese fue uno de los motivos por los que escribió el libro “La arquitectura moderna en Mérida: 1950-1959”, editado por esta casa de estudios. Durante ese período, justo en la época de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, Mérida vivió un crecimiento urbano sostenido, y una renovación arquitectónica que dio como frutos algunos de los ejemplos más notables de las líneas que marcaban el diseño arquitectónico de la época, tanto en edificios públicos como en casas particulares.
La Catedral, el edificio de la Gobernación del Estado Mérida y la propia sede del Rectorado de la ULA, ya son ejemplos emblemáticos. Y el autor de estas hermosas obras también: el arquitecto Manuel Mujica Millán, que según la investigadora “es una clave imprescindible para definir las directrices de la transformación urbana en razón de la modernidad”.
Casas de aquí
El título parafrasea el nombre de un viejo programa de televisión que alguna vez transmitieron en un canal de televisión por cable. Se trataba, en su mayoría, de ejemplos de casas venezolanas de estilo caribeño.
Pero es que Mérida también abunda en ejemplos de casas con estilo propio, de una arquitectura muy particular que en los años 50 adoptó líneas interiores y exteriores que exhibían los cánones de la “modernidad” irradiada desde Europa y Estados Unidos.
Beatriz Febres-Cordero expresa que la intención del libro fue valorar el proceso de la modernidad arquitectónica en la ciudad, bajo el influjo de lo que estaba ocurriendo en la capital, Caracas, urbe que desde esa época influyó sobre la cultura del resto del país y especialmente en Mérida, por ser una ciudad de gran vida académica.
Aunque el libro es prolijo en reflexiones y conceptos sobre modernidad, y su relación con el lenguaje y la arquitectura, en este caso nos interesa destacar el “catálogo” de ejemplos de la arquitectura moderna en Mérida, que la profesora Beatriz Febres-Cordero resume en su obra.
Edificios del gobierno, de la Universidad de Los Andes, escuelas, liceos y casas particulares, son rescatados del anonimato para recordar que esta ciudad abunda en patrimonio antiguo y moderno que es necesario preservar.
“Un aspecto analizado y constatado como resultado sobresaliente de la investigación, fue la condición del desarrollo político como factor determinante en el surgimiento de la modernidad en Venezuela y, por consiguiente, en Mérida -señala la arquitecta en su libro- con la particularidad de que fue la iglesia quien asumió la iniciativa en el proceso modernizador, contando posteriormente con el apoyo de la Universidad de Los Andes y del Gobierno Regional”.
El legado de Mujica Millán
No podía faltar en esta compilación e investigación de Beatriz Febres-Cordero el nombre de Manuel Mujica Millán, el arquitecto de Mérida, a quien se le atribuye la fisonomía moderna del centro de nuestra ciudad. Pero es que este arquitecto también contribuyó con traer la modernidad al ámbito central de la ciudad. Al lado de viejas casonas de tejas a punto de derrumbarse, o de edificios anodinos, aún se pueden apreciar las casas de habitación que el arquitecto diseñó en los años 50 y 60 para familias merideñas de renombre.
“El legado de la obra de Mujica Millán forma parte de la memoria arquitectónica de la ciudad, como se evidencia en el plan de renovación del centro histórico, al igual que en otros planes de edificación donde logra establecer un verdadero referente”.
En este apartado, se hace mención a su estilo neocolonial, y se muestran ejemplos como la Casa Celis, que se conserva en la calle 19 entre avenidas 3 y 4, la Casa Gabaldón, en la avenida 3 Independencia, hoy sede de una dependencia universitaria, y la casa conocida como Nucete, en la calle 41 de la urbanización El Encanto, todas representativas del estilo de Mujica Millán y que, afortunadamente, se han salvado de la destrucción.
Un patrimonio recuperable
El libro “La arquitectura moderna en Mérida: 1950-1959”, de Beatriz Febres-Cordero, además de su función didáctica, cumple una labor de divulgación, proyección, conocimiento y conservación del patrimonio arquitectónico merideño.
Las fotografías, casi todas, fueron tomadas hace algunos años. Por eso, al comparar las gráficas con el estado actual de la casa, observamos algunos indicios de que, de no actuar, muy pronto perderemos esas hermosas edificaciones también. En algunas se observa el aviso “Se vende”. Y la venta implica que sería “remodelada” para desfigurarla totalmente y convertirla en otro mini centro comercial -con venta de ropa íntima incluida- sin respeto alguno por el diseño primario del arquitecto que la creó.
Beatriz Febres-Cordero recalca que la arquitectura moderna también debe ser considerada como patrimonio regional y nacional, como quedó establecido en la VI Conferencia Internacional Sobre Conservación de Centros Históricos y Patrimonio Edificado Iberoamericano, realizada en Caracas en 1994, cuyo logro principal fue haber declarado a la Ciudad Universitaria de la Universidad Central de Venezuela, obra del arquitecto Carlos Raúl Villanueva, como Patrimonio de la Humanidad.
“La conservación de las obras arquitectónicas de la modernidad en Mérida debe ser resultado de un programa constante donde participe el sector oficial como el colectivo emeritense, pero en la actualidad preocupa la indiferencia por la conservación del patrimonio arquitectónico e, igualmente, la falta de concertación entre los sectores representativos de la sociedad merideña, para definir una política de mantenimiento y preservación constante de este patrimonio”, concluye la autora.