Poco a poco se secan quebradas en las cuencas altas del estado Mérida

Con más de 56 años de fundada, la Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de la Universidad de Los Andes, ha estado al servicio de todos los merideños y de Venezuela toda, consolidando, día a día, la capacidad de investigación, así como contribuyendo a la comprensión e interpretación de los problemas forestales y ambientales del país.

El dar una respuesta oportuna a las diversas situaciones ambientales que se han presentado en nuestros ecosistemas, ha permitido que esta importante facultad se ubique como la mejor del país. Razón por la cual, y gracias al caudal de conocimientos que allí convergen, se le abren sus puertas al profesor Wilfredo Franco, quien ha sido uno de los principales baluartes de este centro de estudios a fin de que se integre como miembro de la Cátedra Libre para el Estudio de Cambio Climático de la ULA. Con respecto a este nombramiento, Franco expresó: “Estamos a la expectativa, un grupo grande de profesores y alumnos, para participar en esta extraordinaria iniciativa y poner al servicio de esta cátedra los recursos únicos que posee la facultad, no sólo en el ámbito nacional sino inclusive en el ámbito planetario, puesto que nosotros tenemos la fortuna de contar, desde hace más de 40 años, con estaciones experimentales y con parcelas establecidas para el monitoreo del comportamiento de los ecosistemas forestales”.

Este legado, dejado por los profesores de las primeras generaciones de la Facultad de Ciencias Forestales, ha permitido contar con una base de datos del bosque tropical que tiene más de 40 años. Estas parcelas, que se hallan en varias regiones de la nación y están constituidas por diferentes tipos de bosques, permiten realizar estudios en la facultad, a fin de aplicar nuevos enfoques y nuevas metodologías relacionados con el impacto que el cambio climático global pudiera estar causando en los ecosistemas forestales.

La importancia de las parcelas de investigación de la Facultad de Ciencias Forestales, consiste en que permite hacer un seguimiento de las especies naturales allí presentes. En este sentido, el profesor Franco indicó: “tenemos datos sobre el ingreso de nuevos árboles a las diferentes categorías de crecimiento, datos de su mortalidad así como cambios muy tenues que han ocurrido en el epifitismo en algunas especies de la fauna. Por ejemplo, en la zona de San Eusebio, ya hemos comprobado la desaparición de la ranita amarilla y también podemos reportar los cambios que ha habido en las pequeñas corrientes de agua en las cuencas altas del estado Mérida. Es decir, no es cuento, nos estamos quedando sin agua, las quebradas pequeñas de las nacientes de los ríos se están secando a una velocidad extraordinaria”.

Resaltó además, que el ser humano es el principal agente de contaminación o factor generador de cambio, pues es el encargado de dañar y contaminar por medio de aguas servidas, desechos sólidos y pesticidas, las pocas nacientes que aún quedan de los ríos de las cuencas altas. En aras de revertir tal situación, afirmó que “la Universidad de Los Andes puede hacer un aporte en el orden nacional a las políticas públicas, en relación con la conservación de los recursos hídricos, así como de los recursos de la biodiversidad y en la conservación de los ecosistemas forestales”.

Se refirió al cambio sufrido por los ríos de Mérida, sobre todo en cuanto a su calidad:  “Hay que ver qué calidad de agua estamos produciendo, por el río Chama bajan por lo menos las aguas de unos 300 o 400 mil baños, cada vez que hacemos uso de los éstos, estamos enviándole una carga al río Chama, al Mucujún, al Albarregas, al Mocotíes, hemos contaminado terriblemente todas nuestras corrientes de aguas. Aún a grandes alturas, hemos hecho detecciones de pesticidas, por ejemplo en la zona del Observatorio, la cual está aproximadamente a más de 3000 metros de altitud. Si tenemos contaminación a esa altura, que se puede esperar más abajo, es decir, sí hemos contaminado”.

Dijo que para el rescate y conservación de los ríos, el compromiso debe ser de todos, principalmente de los gobiernos municipales, estadales y nacionales, los cuales deben abocarse, con mucha más seriedad y responsabilidad, a asumir el reto que nos impone la grave destrucción ambiental y de los recursos hídricos, de los suelos, de los bosques, de la biodiversidad; destrucción o deterioro que termina afectando, también, al ser humano.