José Miguel Monagas nos dejó un legado de academia y luchas democráticas

Recordamos al notable académico José Miguel Monagas.  Murió un 9 de marzo de 1987, un año después por iniciativa del Concejo Municipal de Mérida y la especial deferencia del Escultor Manuel de la Fuente quien lo obsequia, fue develado su busto en el Parque de los Escritores, allí converge el deseo de que sus aportes y luchas sean rememoradas por siempre. El siguiente texto ofrece una semblanza de este venezolano a carta cabal a quien exclamamos:

Gracias maestro!

    Oriundo de Tumeremo, estado Bolívar, donde nació el 31 de julio de 1921, forma parte José Miguel Monagas de la generación de venezolanos a quienes les correspondió enfrentar el trascendental reto de actuar en un país que estaba saliendo de las tinieblas de la dictadura gomecista que, por lo demás, arrojaba como pesado lastre e indeseable herencia una nación sumida en el atraso, la ignorancia y la incultura.

    Realizó estudios de educación primaria y secundaria en Ciudad Bolívar, de donde parte para inscribirse como alumno fundador de la Escuela Normal de Maestros de Cumaná. Una vez que obtiene el título de Maestro de Educación Primaria Urbana, inicia una etapa de permanente formación profesional, donde también nace su devoción por un quehacer que luego devendría en uno de sus instrumentos esenciales de expresión y lucha: el periodismo.

    Su ejercicio profesional comienza como maestro en Maracaibo. José Miguel Monagas orienta sus esfuerzos hacia la remoción de los esquemas educativos antiguos los cuales definía “Nosotros éramos partidarios de la educación impartida con amor, tuvimos la tarea de abolir aquella concepción de que la letra entra con sangre, en ese sentido le dimos un vuelco a ese principio afirmando que la letra entra con amor”.

    En estos pasos iniciales se enciende otra de las pasiones que albergó su inquieto espíritu, se incorpora a la Federación Venezolana de Maestros en donde la aguardaría un futuro promisorio, pues llegó a ocupar todos los eslabones a los que puede aspirar un dirigente gremial, siendo desde Presidente de las Seccionales Anzoátegui y Mérida, hasta Presidente Nacional de este combativo gremio, resultando electo en la XIX Convención Nacional del magisterio venezolano realizada en Ciudad Guayana en agosto de 1964.

      Cuando se requirió asumir responsabilidades, durante la dictadura perezjimenista en momentos de persecución de sus compañeros del magisterio, del cual fue factor importante, no escatimó esfuerzos y en primera línea combatió a la dictadura que hundió en el oprobio a los educadores, hostilizados, torturados y asesinados. Por esa conducta responsable sufrió prisión, de donde sale con su energía inalterable.

    Monagas era uno de esos educadores inconformes siempre de su preparación. Sabía que el magisterio era una exigente tarea que reclama una consagración a tiempo completo. Fue autor de más de 30 libros dedicados a la educación, la pasión de su vida, así como también fue fiel columnista de incontables diarios de la región y el país.         

    Mérida le brindó la oportunidad para estudiar y egresar de la máxima casa de estudios, el entonces Decano de Derecho Presbítero Luís Negrón Dubuc, le ofrece la oportunidad de ser Profesor en la Universidad de Los Andes, allí ejerció la docencia por espacio de 33 años, justo hasta dos meses antes de su muerte.       

    De su mano se palparon múltiples necesidades que, en algún momento, fueron expresión y sentimiento de distintas personas que se acercaban para solicitarle la orientación que cada problema requería, en sus respuestas no había ironía ni mezquindad, mucho menos menosprecio. Por el contrario, la cortesía, el respeto y el desinterés económico caracterizaron la generosidad que, por razones de benevolencia y desprendimiento fundamentó el proceder sensible del educador y del maestro. 

    José Miguel despreció el dorado, el oro y los diamantes de El Callao y su corazón lo ancló en su terruño, según las estrofas del himno que le hace a la ciudad de Mérida (decretado por la Alcaldía de Libertador, himno de la ciudad en 1994).

    El 10 de febrero de 1987, la Universidad de los Andes le tributó un cálido homenaje que encabezó el Rector Magnífico Pedro Rincón Gutiérrez y el Consejo Universitario en pleno, al que Monagas respondió con estas palabras: “Mi consigna de hoy se resume en una palabra: ¡GRACIAS! Agradecer puede verse también como una dimensión del querer recíproco del acto educativo. Agradecer al maestro. Agradecer al alumno. “La ingratitud –señala Bolívar- es el crimen más grande que pueden los hombres atreverse a cometer”. ¡Gracias, Maestro! Esta ha de ser la consigna cotidiana del alumno. ¡Gracias, Alumno! Y ésta, la consigna usual del maestro. Con sinceridad y necesaria expresión de cariño, un cariño que realmente conduzca a la materialización de la idea grande prietista y bolivariana de una educación entendida como expresión sustancial del amor y la sabiduría. En este memorable acto, como el más humilde alumno quiero decir: ¡Gracias Maestros!

    Murió el 9 de marzo de 1987, un año después por iniciativa del Concejo Municipal de Mérida y la especial deferencia del Escultor Manuel de la Fuente quien lo obsequia, fue develado su busto en el Parque de los Escritores, allí converge el deseo de que no muera jamás.