IMPUNIDAD Y DESIGUALDAD SOCIAL ORIENTAN LA VIOLENCIA EN VENEZUELA
El drama de la pobreza en la Venezuela de hoy y el grave problema de la violencia y la inseguridad, fueron dos temas tratados con la crudeza del caso, en el Encuentro por la Unidad y la Democracia, evento que juntó en la ciudad de Mérida, durante los días 20 y 21 de noviembre del año en curso, a expertos y analistas de la realidad de nuestro país.
Estuvo en manos del profesor de la Universidad de Los Andes, Oscar Aguilera, sociólogo con maestría en Ciencias Políticas, doctorado en Urbanismo, coordinador de Humanic y director de Fermentum, ser vocero del trabajo que el Observatorio Nacional de Violencia ha desplegado en América Latina y Venezuela.
Con datos recabados durante los tres últimos años, y una retrospectiva desde los años 90, Venezuela ha experimentado un ascenso vertiginoso en las cifras promedios de muertes por cada 100 mil habitantes. En principio nuestro país se adecuaba al promedio mundial de homicidios que rondaba el 8 por ciento. El decurso de los años siguientes vieron el salto de 8 homicidios por cada 100 mil habitantes a casi 50, con una cifra anual contabilizada en el 2008 de 14 mil 600 muertes violentas.
“El problema sigue creciendo en medio de un gobierno que ha decidido no hablar del tema, e incluso justificar la violencia como arma de los desposeídos. A esto le sumamos el clima de impunidad reinante pues más del 90 por ciento de los casos de delitos no son procesados en los tribunales de justicia”.
De parte del propio gobierno se gesta una paradoja, pues vocifera que la violencia se genera de la pobreza heredada y el capitalismo.
“Si el gobierno se jacta de estar combatiendo con efectividad la pobreza y todo aquello que representa el capitalismo, entonces surge la pregunta del porqué continúa en aumento la cifra fatal”.
Estudios serios logran determinar elementos disparadores de la violencia, como lo son: la desigualad social, la creciente pobreza urbana, mayor ocio juvenil. Otros factores que la fomentan refiere a la organización ecológica de las ciudades, la cultura de la masculinidad, el mercado de la droga, el aumento del consumo de alcohol, la capacidad ofensiva con armas de fuego y la impunidad, entre otros.
Aguilera dijo que la respuesta del gobierno a esta realidad pasa por ser diferente a la que ha tenido hasta ahora. En primer lugar debería reconocer el problema, del cual insiste en ocultar cifras. Admitir que sus políticas sociales no han afectado adecuadamente a este caso. Debe como factor de principio de Estado reconocer que el problema de la violencia es dramático.
Políticas de continuidad, con prevención y represión de la criminalidad así como la revisión de salarios y profesionalización de los funcionarios policiales. Este problema, por su complejidad, requiere de la participación de la comunidad, de instituciones especializadas y universidades que registran datos comparativos, la coordinación entre gobiernos nacionales, regionales, locales, el pueblo, los medios de comunicación.
Lamentablemente la violencia tiene su caldo de cultivo en sociedades donde el pacto social está roto, donde no hay acuerdos, donde hay enfrentamientos, división y polarización.
Debe recuperarse el pacto social, el sentido de nación, de un proyecto compartido, la recuperación de una sociedad unidad pese a las diferencias legítimas, la aceptación del “otro diferente”, la promoción de acuerdo de los jefes de paz, de los mecanismos que estimulan el diálogo la discusión, la promoción de la convivencia pacífica.