Venezuela: Dos políticas económicas y un mismo bolivarianismo, (1936-1945) vs. (1999-2009)

Una exhaustiva investigación de referencia histórica y procesos económicos de la Venezuela de finales siglo pasado e inicios del actual, convertida en un valioso documento, le valió el merito de ser premiado con el tercer lugar del Concursos de Ensayo “José Antonio Páez “sobre Historia Económica que auspicia el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad),
Se trata del trabajo de dos insignes académicos de la Universidad de Los Andes  quienes lograron hilvanar argumentos y fundamentos  a través de un trabajo titulado: Dos políticas económicas y un mismo bolivarianismo: (1936-1945) vs. (1999-2009).

En esta  exploración, los profesores Favio Maldonado Veloza (Facultad Ciencias Economicas y Sociales)  y Ramòn Rivas Aguilar /Facultad de Humanidades y Educaciòn), como coautores del ensayo, plasmaron con magistral precisión, la comparación de dos décadas marcadas por el pensamiento bolivariano. La doctrina de este  pensamiento histórico subraya las políticas económicas de ambos periodos de gobierno  con militares al mando, solo que, en cada uno de ellos destacan pensadores con visiones muy contrastadas.

Desde 1936 al 1945, los generales Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita cumplieron su rol de abrirse a una nueva Republica post gomecista.  El periodo 1999-2009  también en manos de un militar –aunque de menor rango- Hugo Chávez, tiene su accionar particular en la perspectiva de desarrollo económico del país.

Para el catedrático Rivas Aguilar, la indagación exigió una explicación que da cuenta, no sólo de los motivos por los cuales los militares se ven obligados a usufructuar esa filosofía política, sino que intentó descubrir las diferencias entre el viejo y el nuevo bolivarianismo (el de Chávez).

Este ensayo busca dar respuesta a estas interrogantes y probar que el actual bolivarianismo no es nuevo, comparte importantes componentes con el viejo, pero lo más destacado: tiene diferencias sustanciales.
Sembrando el capitalismo

Decada a década

La década en manos de López Contreras y Medina Angarita, fue de apertura a la instauración del capitalismo en Venezuela. Por suerte tuvo pensadores que marcaron un rumbo de provecho.

En este sentido, Alberto Adriani (1898-1936) y Manuel R. Egaña (1900-1985) pueden ser considerados –desde esta década-  como los padres del intervencionismo económico en Venezuela. Ambos consideraban que el futuro del país estaba en su sistema agrario, convencidos de que la riqueza de la renta petrolera era efímera, alertaron del peligro que era convertirnos en parásitos de sus ingresos.

Por su parte Arturo Uslar Pietri (1906-2001), fue más flexible en su visión, argumentó que el petróleo tenía que contribuir con el desarrollo y ayudar a la agricultura. Su concepción la resumió en su notable consigna de política económica: había que “sembrar el petróleo”.

El comienzo sistemático de una preocupación por implantar relaciones capitalistas en Venezuela  tiene en el 21 de febrero de 1936 su fecha de peso. El documento que avaló este proceso de la mano de Eleazar López Contreras se denominó Programa de Febrero. “Implantar relaciones capitalistas” significó, en ese contexto, la configuración de las relaciones económicas “modernas”, si se piensa en una comparación con las relaciones económicas nacionales no petroleras del periodo gomecista (1908-1935).

Esta apertura estuvo acompañada con la creación sistemática de leyes, comisiones, organismos de Estado, Bancos y otros planes de desarrollo. El Banco Central de Venezuela, creación de Fedecámaras, la Ley de Reforma Agraria, Ley de Impuestos sobre la renta,  firma de tratado de comercio con EEUU,  Ministerio de Sanidad, Banco Industrial de Venezuela, entre muchos otros entes e iniciativas, vieron su vida durante esta década.

Lo cierto es que la modernización de país se encaminaba, bajo el concepto del provecho de los ingresos. Al menos las bases quedaron instauradas.

Dictadura y Democracia

A pesar de la dictadura férrea y sangrienta entre 1948 y 1958 (General Marcos Pérez Jiménez), se experimentó el inobjetable incentivo a grandes obras sembradas a lo largo y ancho del país. No obstante, la conciencia democrática se organizó y expulsó al dictador el 23 de enero de 1958.
La democracia renació y en su ruta había un panorama de hechos que hoy día aún son recordados a los largo de sus 40 años. La derrota a las intenciones de invasión comunista de Cuba, la Fundación de la Organización de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP),  el Pacto de Punto Fijo (Copei AD, URD), la nacionalización petrolera y su bonanza, el Viernes Negro (1983), La Comisión Presidencial para le Reforma del Estado (Lusinchi), El Gran Viraje (Pérez),  El Caracazo de 1989, Golpes militares de febrero  y noviembre de 1992, Crisis bancaria, destitución de Carlos Andrés Pérez y La Agenda Venezuela (Caldera), son parte destacada de esta gran trama.

“Aquellas propuestas fundamentales que habían soñado los jóvenes de la semana del estudiante (1928) y profundizadas con la muerte de Gómez a partir de 1936, se agotaron. La evidencia de la crisis del modelo rentista y de la democracia representativa y de partidos se vio con claridad con el viernes negro de 1983”  dijo Rivas Aguilar.

De cara a la inminente metamorfosis del país, los medios de comunicación de amplia penetración en las masas (RCTV, diarios impresos y grupos de opinión), lograron, cimentar una matriz de opinión contra los gobiernos de Pérez y Caldera, y contra el desprestigio de los  partidos. Una aplastante mayoría de venezolanos descontentos y con derecho al voto, veía en las cercanas elecciones de 1998 una salida.

Los acontecimientos apuntalaron de  nuevo a un militar que, tras un Golpe de Estado fallido y posterior indulto lo colocaron en el escenario ideal para impulsar su campaña presidencial.
Le correspondió así, el retorno a una nueva visión de la economía bolivariana a Venezuela en la década siguiente bajo el mandato de Hugo Chávez.

¿Nuevo Bolivarianismo?

Influenciado en la institución militar por la cultura estatista y bolivariana, Chávez creía en el poder militar y despreciaba el poder civil.   Concretada la Asamblea Constituyente se redactó una nueva Carta Magna, en la cual se estamparon los principios básicos de una Venezuela más humanista, con mayor equidad y justicia.

La organización del nuevo poder público nacional tomó como estructura el esquema de poder que presentó Simón Bolívar en su Carta Magna del Congreso de Angostura en 1819.

En esta naciente Constitución Bolivariana se mantuvo el espíritu republicano, representativo, alternativo, federal y descentralizado. Sin embargo, estableció una nueva manera de ejercer estos poderes públicos mediante la democracia participativa y protagónica.
La realidad, según estos ensayistas, ha sido otra.  Entre 1999 y 2009 el Estado venezolano utilizó el gasto público como el instrumento básico para construir una nueva clase económica y política que compitiera con el sector privado. Sin duda alguna, ha sido uno de los mayores fracasos económicos de los últimos diez años.

El papel del Estado en la economía, bajo la nueva perspectiva Bolivariana y revolucionaria, requirió de la monopolización estatal de la renta petrolera que contribuiría a mediano plazo a una mayor concentración,  centralización y clientelismo tan necesarios para su proyecto. En esta década, el gobierno logró manejar casi la totalidad de la vida económica del país como nunca antes se había hecho en el pasado.
El excesivo control de precios de la cesta básica, la forma de administración y adjudicación de divisas al sector productivo, el sector industrial y manufacturero deprimido.

El examen de la grave crisis que ha creado el gobierno de Hugo Chávez, quizás, la más grave desde la independencia y sólo comparada con la Guerra Federal, obliga al economista a abstenerse de darle preeminencia a los factores económicos para explicarla.
El propio BCV reconoció que la adopción de diversas medidas económicas  fueron forzada por el desabastecimiento continuado de los bienes controlados.  ¿Por qué? Porque el problema es la arbitrariedad; no las consecuencias económicas de la arbitrariedad.  En definitiva los ensayistas concluyen que la solución a una crisis política de esta naturaleza es una solución política; no una económica

Décadas en alto contraste

Como se puede observar, ambos bolivarianismos  (1936-1945 y 1999-2009), sacaron provecho del aspecto autoritario de Bolívar para legitimarse a través de una asimetría de poderes, es decir, de un “ejecutivismo” y la posibilidad de perpetuarse en el poder. Igualmente, destacan la concepción del gendarme necesario en la que no se le asigna a la sociedad civil la capacidad de participar en las decisiones (despóticas). Ambas reprueban los partidos políticos, y realzan el carácter mesiánico de sus liderazgos. Ambos rechazan igualmente el concepto de democracia liberal tal como la conocemos hoy en día; en un caso, la denominaron “democracia evolutiva” y en el otro “democracia participativa y protagónica”.

Las diferencias entre ambos bolivarianismos también son notables. Uno incentiva el beneficio económico de las firmas venezolanas y otro, el mismo beneficio capitalista, pero de las burguesías latinoamericanas exportadoras.

Mientras en los gobiernos de López y Medina se incentivaba la producción nacional, aquí se promueve la economía de puerto. En lugar de sembrarse el petróleo nacionalmente, se está sembrando  internacionalmente. Frente a la promoción de relaciones capitalistas, se incentiva la profundización de una economía rentista y estatista.

La política económica actual patentiza la diferencia entre teoría y hechos, entre decir y hacer, entre la simple teoría del juego y la compleja interacción humana. No hay el más mínimo concepto de incentivo. El único medio que ha descifrado para su supuesto éxito ha sido el del rentismo: esperar pasivamente a que los precios del petróleo se incrementen para poder aplicar su irresponsable populismo.

 

 

 

Categorías: