Tradicional Misa de Aguinaldo conjugó expresiones, emociones y esperanzas
“Es una misa única entre las universidades del país…”. “Un momento de muchísima hermandad entre universitarios y merideños…”. “He venido a esta misa desde que iniciaron y espero seguir haciéndolo…”. “Oré mucho por los que están acá y los que han tenido que irse del país”. “Hermosa ofrenda que nos reúne de cara a la natividad del Niño Jesús”. “Así es como me gusta ver a mi Venezuela, unida y esperanzada en lo mejor”. “Maravillosa misa de aguinaldo en un ambiente especial y un sabroso frío decembrino…”.
Estas son apenas algunas de las expresiones y percepciones recogidas durante la mañana de este jueves 14 de diciembre de 2017, una vez culminada la Tradicional Misa de Aguinaldos que, por décimo año y de manera consecutiva, realizó la Universidad de Los Andes. Esta liturgia, que destaca en esencia la venida del Niño Jesús, fue concelebrada por el Cardenal Baltazar Porras, el nuevo obispo auxiliar de Mérida, Enrique Rojas Ruiz y el padre Reinaldo Muñoz, sacerdote asignado a la Parroquia Universitaria.
Desde las 4 de la madrugada, los entusiasmados en asistir a la misa aguinaldera, fueron plenando el Aula Magna para compartir la calidez y majestuosidad del lugar. La misa, acompañada musicalmente por el Orfeón y el Coro de Niños de la ULA, así como por las Voces de Santa Rosa brilló con el sonido acompasado de las panderetas de madera y fichas.
El poder de la palabra de la Santa Biblia, en las adecuadas interpretaciones con sentido de vigencia, fue proyectado por el Cardenal Baltazar Porras Cardozo, quien ha acompañado durante 10 años este evento religioso universitario.
La voz de agradecimiento en sus distintas manifestaciones de ayuda, preocupación, solidaridad y defensa, la llevó ante los presentes el estudiante Carlos “Pancho” Ramírez, quien pidió no olvidar al resto de los estudiantes presos por disentir del régimen ni a los presos políticos que penan injustificadamente en las cárceles del país.
El rector Mario Bonucci, aparte de exponer, con agradecimientos incluidos, los datos y nombres de los ulandinos que desde sus orígenes han hecho posible la realización de esta tradicional misa, exhortó a los presente a mantenerse cerca de la ULA, su historia y sus fortaleza en medio de los continuos ataques, pero sobre todo los conminó a no perder la esperanza manteniéndonos en este país que tanto nos necesita.
El detalle de cierre de la misa, fue la recordación de los 70 años de creación del Himno de la Universidad de Los Andes para lo cual se escuchó a gran pulmón el “Cantemos estudiantes el himno clamoroso…” en las voces de la agrupaciones vocales presentes y los propios universitarios. La salida del Aula Magna se vio impregnada del grato olor a chocolate caliente, en una fraterna guerra de sabores entre las ollas de Ivo Briceño y Ramón Pico.
Este año el pan de acema fue sustituido por una tradicional y muy andina arepita de trigo abrazada de un suave queso progalense. Desayunar con gaitas ya se hizo costumbre, cuando el amanecer iluminó el jardín central del Rectorado.