Rector de la ULA: “Autonomía es libertad”

 

Mario Bonucci Rossini, rector de la Universidad de Los Andes (ULA), presidió este 29 de marzo de 2017, el acto central de conmemoración de los 232 años de la institución, celebrado en el Aula Magna. El Rector expresó su gratitud hacia la comunidad universitaria y la sociedad merideña en general por el acompañamiento en una celebración tan importante para la universidad.

 

Expresó además que llegar a 232 años de historia, no es nada fácil por todas las vicisitudes que ha tenido que enfrentar la ULA. Destacó que pese a ello, la universidad seguirá siendo libre, plural, autónoma y democrática.

 

En su discurso manifestó que las universidades autónomas se han convertido en una voz crítica que nunca ha agradado al gobierno. Agregó que la ULA es la voz de la conciencia de los gobiernos porque ha sido una voz que a veces es molesta e incómoda para decir qué está mal y quiénes lo están haciendo mal.

 

A continuación usted podrá leer el discurso que ofreció el rector Mario Bonucci.

 

Hoy se conmemora un año más de historia de nuestra universidad. Una historia cargada de emocionantes capítulos, de sueños, de esfuerzo, de éxitos y fracasos, alegrías y tristezas, pero sobre todo, de una gran perseverancia en la búsqueda de la formación de mejores hombres y mujeres, fieles a los valores democráticos y dispuestos a hacer de Venezuela un mejor país, a dejar en alto nuestro gentilicio en donde quiera que se encuentren alrededor del mundo.

Nuestra universidad nace con el espíritu que le imprimió su creador, Fray Juan Ramos de Lora. El primer obispo de Mérida, un hombre que vio en la formación del individuo el mejor camino para el desarrollo de una naciente sociedad y que incluso desafió los lineamientos establecidos por el sistema del momento para llevar a cabo su proyecto.

Existe un detalle que se destaca siempre al momento de hablar de la historia de nuestra universidad, y es que Fray Juan Ramos de Lora no recibió nunca la autorización de sus superiores para la creación ni del seminario ni de la universidad, sin embargo, esto no fue impedimento para avanzar apegado a sus ideas. Esto da fe de un espíritu rebelde, dispuesto a desconocer los parámetros establecidos cuando se tiene la certeza de estar haciendo lo correcto.

Esta acción valiente a mi juicio marca, por la vía de los hechos, el inicio de la Autonomía Universitaria. Hoy, 232 años después, el accionar de Fray Juan Ramos de Lora debe servirnos para la reflexión, en donde podemos plantearnos varias preguntas e imaginar qué sería de Mérida y de Venezuela si nuestro obispo hubiese seguido más lo establecido y menos a su corazón.

 

 

Si eso hubiera ocurrido, tal vez esta universidad nunca habría existido, o por lo menos no sería lo que ha sido a lo largo de sus 232 años.

 

De no existir la Universidad de Los Andes, seguro estoy que Mérida no sería la ciudad de espíritu joven que enamora tanto a su gente como a sus visitantes; En esa realidad, afortunadamente imaginaria, vale preguntarse ¿Cuántos profesionales habrían dejado de existir durante todos estos años? ¿Cuántas familias, cuántas vidas, cuántas historias se habrían dejado de escribir?

 

Nuestro presente no es más que la suma de las acciones del pasado, tanto las nuestras como las de nuestros antepasados y predecesores. Es posible que Fray Juan Ramos de Lora, aun con su esencia visionaria nunca haya llegado a vislumbrar la magnitud que tendría su obra, sobre todo al considerar que tras la creación del Seminario de Sanbuenaventura de Mérida de los Caballeros, sólo transcurrieron 5 años para su partida de este mundo terrenal, un 9 de noviembre de 1.790.

 

De lo dicho hasta aquí quiero resaltar dos cosas de la vida de Fray Juan Ramos de Lora: por un lado queda claro que es mucho más noble y satisfactorio seguir al corazón que seguir los lineamientos de un sistema, más aun cuando este sistema nos parece injusto; por ello nuestras acciones como universitarios deben estar guiadas por nuestros valores y principios, asumiendo siempre las acciones que nos lleven por el camino que nos permita estar en paz con nuestras conciencias al final de cada día.

 

Por otro lado, resalta el hecho de que normalmente no tenemos consciencia de la forma como nuestras acciones pueden impactar el entorno y la vida de quienes nos rodean, o incluso, de generaciones siguientes. En ese sentido, vale señalar que existen otros personajes destacados en nuestra historia universitaria que marcaron no sólo su tiempo sino el de todos nosotros: Caracciolo Parra y Olmedo, quien dirigió la Universidad de Los Andes en dos períodos rectorales que comprenden desde 1863 a 1866 y 1887 a 1900. Por su gallarda y valiente labor ha merecido el reconocimiento de ser llamado “El Rector Heroico”, habiendo enfrentado al gobierno de Antonio Guzmán Blanco, el cual dejó sin presupuesto a la universidad sin que eso lograra doblegar el espíritu rebelde de los académicos; una etapa que bien pudiera haber establecido lo que sería el estilo de la relación gobierno – universidad en la historia por venir.

 

Pedro Rincón Gutiérrez, el Rector de Rectores, cuyo accionar ambicioso a favor de la Universidad de Los Andes dejó echadas bases sólidas para el crecimiento de una institución a tono con las necesidades de los nuevos tiempos. Su legado sigue marcando nuestros días.

Hago estas reflexiones apegado a la idea de que en este 2017, al igual que como ha ocurrido en los últimos años, no hay nada que celebrar pues el país vive una de sus etapas más sombrías, donde la muerte, el hambre y la enfermedad se han convertido en parte habitual del paisaje, todo bajo la indiferencia – casual o intencional – de un régimen que antepone su afán por el poder a la vida de los venezolanos.

Por eso y mucho más los universitarios estamos llamados a conmemorar este día haciendo lo que nos caracteriza, como lo es pensando en un mejor país, levantando la voz, asumiendo lo expresado hace un año como nuestro lema y que este año aun no pierde vigencia, y es que cuando señalar lo obvio se convierte en un acto de rebeldía la Universidad de Los Andes levanta la voz y le habla al país.

 

El espíritu irreverente que colocó las primeras letras de nuestra historia ha marcado nuestro accionar durante estos 232 años, convirtiéndonos así en esa voz crítica que nunca ha agradado al poder, pues la Universidad de Los Andes y las universidades autónomas venezolanas en general son al Estado y al partido de gobierno lo que la voz de la conciencia es a cada uno de nosotros. Esa voz: a veces molesta, a veces incómoda, que nos dice cuando estamos actuando mal, que nos hace sentir culpables y que no calla por más que tratemos de ignorarla.

 

Seguimos de pie, levantando la voz y aunque nos duelan los huesos, aunque nos sangre la garganta, no nos vamos a callar. Por el contrario, hoy lo hacemos con más fuerza y convicción pues lamentablemente el paso del tiempo nos ha dado la razón, y lo que en algún momento dijimos con un tono de alerta, como una mera sospecha frente a síntomas preocupantes, hoy lo afirmamos sin el más mínimo temor a equivocarnos: estamos ahogados por un régimen totalitario, sometidos por la barbarie de la ignorancia y presenciando el derrumbe del que podría ser el último proyecto de esta calaña en el continente latinoamericano.

 

Vivimos los tiempos del Hombre Nuevo, el cual se campea con actitud petulante, armado, caminando impunemente por las calles de las ciudades. Estos son días caracterizados por venezolanos comiendo basura, por fosas comunes, por falta de medicamentos y alimentos, por la diáspora venezolana, por una bolsa de comida entregada como el mayor logro gubernamental, por largas cadenas de radio y televisión en donde se amenaza a todo aquel que tenga la osadía de cuestionar al poder.

Hoy, cuando se trata a las universidades autónomas como trinchera enemiga puedo afirmar con orgullo que la Universidad de Los Andes ha sobrevivido otra etapa de la historia nacional, tal y como lo ha hecho durante estos 232 años y como estoy seguro lo seguirá haciendo cuando nosotros ya no habitemos en este plano terrenal y nuevas generaciones, con nuevas ideas, recojan los frutos que estamos sembrando.

 

La universidad ha sobrevivido pero no ha salido ilesa, nuestra casa de estudios sangra con cada joven que debe dejar sus estudios por no contar los recursos económicos, sangra con cada profesor que se ve obligado a emigrar en procura de la vida digna que aquí le fue negada, nuestra Alma Mater sufre cuando es atacada por quienes crecieron y se refugiaron en sus pasillos pero que hoy golpean en el rostro a su madre académica sin remordimiento.

 

Pero a pesar de todo, existe una razón para celebrar: en esta ocasión LOS UNIVERSITARIOS SÍ CELEBRAMOS LA LIBERTAD QUE NO NOS LOGRARON ARREBATAR.

La Autonomía Universitaria va más allá de la Constitución Nacional, traspasa las leyes y reglamentos, es mucho más que la libertad de cátedra, AUTONOMÍA ES LIBERTAD.

 

No hay forma de prohibirnos ser libres pues esto va en nuestro espíritu, porque la libertad existe en la medida que la ejercemos con determinación y coraje cada día, en cada lugar, en cada palabra.

 

En la Venezuela actual existen varias instituciones que han permanecido firmes frente al atropello, fieles a sus principios y valores, y dentro de ellas se encuentran las universidades autónomas y la Santa Iglesia Católica, las cuales se unen en la conmemoración de este nuevo año de la Universidad de Los Andes, teniendo presente además que nuestros orígenes se remontan a las acciones de un sacerdote, el primer obispo de Mérida, Fray Juan Ramos de Lora.

 

Por ello quiero además aplaudir la presencia de nuestro obispo, cardenal y amigo, Baltazar Porras Cardozo, junto con los seminaristas, jóvenes que también han sido víctimas del atropello de este régimen totalitario, frente a lo cual han dado muestra de la solidez de sus valores, actuando con la firmeza y el respeto que a ellos les ha sido negado. Jóvenes como ustedes avivan aún más mis esperanzas en la sociedad y me permite augurar que la relación entre la universidad y la iglesia será cada día más fuerte.

La Iglesia y las Universidades son en este momento, a mi juicio, reservorios de esperanza en una Venezuela donde la pobreza ya alcanza al espíritu, una esperanza basada en la fe y las creencias a la que la mayoría de los venezolanos se aferran como un náufrago a una tabla en medio del mar.

 

Formar parte de ese grupo de venezolanos me llena de orgullo y alegría, pues para tristeza de aquellos que quieren silenciar a las universidades nuestra fortaleza emana del conocimiento y la esperanza, mientras la de ellos surge del miedo, el hambre y la desesperación.

Mientras nosotros somos fieles a las ideas, ellos se perdieron adorando caudillos que el tiempo muy rápidamente ha comenzado a borrar.

 

Hoy los invito a conseguir inspiración en el accionar de Fray Juan Ramos de Lora, lo cual se resume en lo que podríamos describir como una IRREVERENCIA RESPONSABLE.

 

Digamos no a la injusticia, desconozcamos los lineamientos impuestos por un sistema descompuesto, atrevámonos a cuestionar la realidad y seamos conscientes de que nuestras acciones marcarán no sólo nuestras vidas y las de quienes nos rodean sino también las de futuras generaciones.

 

La realidad que arropa a Venezuela, cuando la Universidad de Los Andes conmemora los 232 años de historia es la suma de las acciones de la sociedad; hombres y mujeres que perdieron su norte, al dejar de asumir el rol protagónico de sus propias historias para colocar en manos de falsos mesías la materialización de su felicidad.

Hoy desde esta tribuna, en nombre de toda la comunidad universitaria, levanto mi voz por un pueblo que está muriendo en las calles, por los padres desesperados al ver a sus hijos sufriendo el dolor del hambre, por los jóvenes que tienen que amputarse su tierra para deambular por el mundo, levanto la voz por los sueños destruidos, por los presos de conciencia, por los derechos ciudadanos, levanto la voz por nuestra Venezuela y los invito a todos ustedes a levantarla también. HONREMOS NUESTRA HISTORIA ESCRIBIENDO NUESTRA MEJOR HISTORIA.

 

Nuestros derechos como ciudadanos están plasmados en la Constitución Nacional, y no pueden ser utilizados como fichas de negociación por un régimen que sólo tiene poder para aferrarse al poder.

 

Tras 8 años en ejercicio de funciones como Rector por una decisión inconstitucional del Tribunal Supremo de Justicia que nos impide hacer elecciones tal y como lo establece la ley, invito a la comunidad universitaria a exigir respeto al derecho de celebrar elecciones libres para renovar sus autoridades, pero también invito a toda la colectividad merideña a exigir elecciones regionales para devolver la dignidad y la majestad a la gobernación del estado Mérida, porque nuestros derechos no son negociables, hoy demando ELECCIONES YA.

 

Finalmente, quiero agradecer al Padre Luis Ugalde por honrarnos con su presencia como orador de orden en esta ocasión tan especial. El presbítero jesuita Luis Ugalde es teólogo e historiador, venezolano nacido en España. Fue rector de la Universidad Católica Andrés Bello entre 1990 y 2010. En 1997 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo y desde 2008 es Individuo de Número de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales. Luis Ugalde es además Doctor Honoris Causa en Ciencias Políticas de nuestra universidad.

 

En lo personal, con gusto les comento que uno de los muchos artículos que ha escrito el Dr. Luis Ugalde ha marcado mis ideas y mi discurso como Rector, y me refiero a la “Universidad Asediada”, en el cual expone con su magistral verbo la forma como nuestras universidades han sido tratadas durante los últimos años por el gobierno nacional, usando la metáfora de un castillo asediado que al no poder ser tomado es sitiado para que quienes habitan dentro de él mueran de hambre y sed.

 

Pero sobre todo lo anterior debo destacar que el padre Luis Ugalde es amigo de la Universidad de Los Andes; seguro estoy que su verbo, uno los más firmes y destacados que se levantan en la Venezuela contemporánea para señalar la injusticia del poder, sin dejar de alertar sobre el letargo de la sociedad, nos abrirá la mente frente al rol histórico que cada uno de nosotros debe asumir para recuperar nuestro país.

 

Muchas gracias