La Universidad Autónoma fue la pasión del doctor Carlos Emilio Muñoz Oraá

 

De su tránsito por las universidades Central de Venezuela y la del Zulia, en donde inició estudios de periodismo y de derecho que la persecución política truncó, conservaba Muñoz Oraá el compromiso universitario aquilatado en su participación como dirigente estudiantil (1950-51). Salido por última vez de las mazmorras, esta vez de la cárcel Modelo de Caracas en diciembre de 1955, a la que entró por la represión e intransigencia de la dictadura pérezjimenista contra la disidencia política, Muñoz Oraá orientó su brújula hacia tierras cordilleranas, y en Mérida inició sus estudios de Humanidades en la escuela homónima. En ella continuó su liderazgo estudiantil hasta julio de 1959, cuando obtiene la licenciatura en Historia e inicia su intenso periplo como profesor universitario. Antes como estudiante y luego como profesor, fue la universidad la “mujer” que le quitaba el sueño.

En sendas cartas enviadas en febrero de 1959 -cuando aún no culminaba sus estudios- a los doctores Guillermo Coto Conde, profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México y secretario general de la Unión de Universidades Latinoamericanas; Rizieri Frondizi, rector de la Universidad de Buenos Aires y también miembro de Unión de Universidades Latinoamericanas; y al Dr. Alfredo Palacios, profesor de la Universidad de Buenos Aires y predicador incansable de la reforma universitaria, Muñoz Oraá les solicitaba apoyo, como expertos en el tema de las universidades, en el envío de documentos para la redacción de la tesis que aspiraba realizar para optar al título de doctor en Humanidades. LA UNIVERSIDAD VENEZOLANA (Reforma y Autonomía) era el título que ya asomaba; y en sus cartas a dichos profesores insistía en su visión de la unidad de razones y determinantes entre la problemática de la vida latinoamericana y el proceso universitario “que es uno en la generalidad de nuestros países”.

Hoy las universidades venezolanas, ya más maduras, enfrentan nuevos retos aunque arrastrando todavía rémoras del pasado; rémoras que señalaba Muñoz Oraá reiteradamente en cada una de sus intervenciones, y que están recogidas en el último de sus discursos que pronunciara en el Aula Magna de nuestra universidad, cerca de un mes antes de su muerte:  la baja proporción de la actividad de investigación generadora de conocimiento frente al número total de docentes; las nefastas consecuencias de una masificación de la educación sin que ella estuviera acompañada de una mayor calidad en la enseñanza; o la desatención por parte de las universidades de las carreras “cortas o intermedias, tan indispensables como recurso de apoyo al desenvolvimiento profesional y al mejor desarrollo regional y nacional”. Enfrentaban las universidades autónomas del país, como lo enfrentan hoy exacerbado, el menosprecio y el escaso reconocimiento por parte de las autoridades nacionales de su importancia y su valor como instrumentos de desarrollo. 

No presentó Muñoz Oraá el tema de la Universidad como tesis doctoral; sin embargo fue siempre su tema predilecto desde el ejercicio de la docencia, de la investigación, del periodismo, de la actividad gremial y con pasión irreductible desde la extensión universitaria. El último de sus hijos intelectuales fue el Estudio de Factibilidad para la creación del Núcleo Experimental de Los Llanos Occidentales, génesis de lo que poco después de su muerte se convirtió en la Universidad Nacional Experimental de los Llanos Ezequiel Zamora.

Son sus conferencias y discursos, pronunciados en Mérida, Caracas, Guanare, México y en cada tribuna que le abrió sus puertas, el mejor testimonio de su amor por la Universidad, por una Universidad comprometida con la mejor formación intelectual de los jóvenes venezolanos, comprometida con el desarrollo del país; una Universidad reflexiva, crítica y por sobre todas las cosas autónoma. Y es que la autonomía universitaria, correctamente ejercida, preservaba para ella y para el país entero la libertad creadora, la libertad de pensamiento y la libertad de expresión, en fin la LIBERTAD, génesis del civismo y la democracia que con tanto empeño defendía.

“Tanto la Ciudad como su Universidad han sido estoicas, nutridas de comunes convicciones en la forja y entrega de valores humanos para el mejor servicio del país, y cuando la adversidad –lejana o reciente- ha pretendido doblegarlas, se han identificado en resistir con talento, fe, coraje y dignidad para que no se traduzca en humillación, ni se lesionen los muros y el donaire de la Ciudad y la Universidad siempre cuidadosas de preservarse con honradez y con orgullo”.

Por: Meridalba Muñoz Bravo / En su memoria a los 40 años de su muerte.

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 Copias en Archivo de la familia Muñoz Bravo.

 Discurso de Carlos E. Muñoz Oraá en el Aula Magna de la Universidad de Los Andes, el 4 de abril de 1975, con ocasión del 190 aniversario de la ULA y entrega de Diplomas y Medallas a profesores con 10 y 15 años de servicios a la institución. En Archivo de la familia Muñoz Bravo.

 El tema de su tesis doctoral, presentada en 1971, versó sobre el movimiento comunero venezolano. Los comuneros de Venezuela. Una rebelión popular de pre-independencia, Universidad de Los Andes, Mérida, 1971.

 Discurso de Carlos E. Muñoz Oraá en el Aula Magna de la Universidad de Los Andes, el 4 de abril de 1975.

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CARLOS EMILIO EN EL RECUERDO

                         Adelis León Guevara

 

No borrará el ocaso su memoria

porque el amanecer siempre fue suyo;

anduvo por la vida con orgullo

de apegarse a la brisa de la historia.

Saboreó con afecto la victoria

de arrimarse al geranio de los suyos,

porque su corazón, luz de cocuyos,

alumbraba la senda de su gloria.

Fue grande su bondad, como aquel llano

que lo trajo hasta aquí, para que fuera

también un frailejón cordillerano.

Albas nacieron de su sementera,

que pleno de fervor dejó temprano

de regalo a su Mérida señera.