LAS FUERZAS EMERGENTES EN VENEZUELA CONSTRUYEN POLITICAS DE PAZ Y RENUNCIAN A LA GUERRA
“La guerra es la resignación de la razón y los sentimientos de fraternidad o solidaridad ante la fuerza. Una fuerza política emergente, es estructuralmente pacífica porque ha renunciado al recurso de la guerra para consolidar la imposición de sus objetivos y proyectos”
La Venezuela de hoy tiene necesidad de espacios de encuentro en los que la diversidad de pensamiento sea bienvenida, las diferencias culturales sean fuente de enriquecimiento, tanto de las personas como de la sociedad. Tiene necesidad de que se aliente la participación en la creación de una humanidad con sentido planetario capaz de vivir en paz.
Con esta reflexión inició su intervención, el padre Arturo Sosa, rector de la Universidad Católica del Táchira, en el reciente Encuentro por la Unidad y la Democracia, que logró reunir en la ciudad de Mérida a las mentes más preclaras para debatir sobre las respuestas urgentes a los diferentes problemas que afectan a la Venezuela de hoy.
Aseveró que dado el ambiente que se vive en Venezuela, el gran paso de “encontrarse” tiene una condición nada fácil, pues es menester evitar el deslizamiento por la pendiente de la polarización ideológica, pues de lo contrario se terminaría en una confrontación con grandes costos sociales.
“A la Venezuela de hoy no debemos verla como un túnel con un largo recorrido y curvas que no permiten ver luz al final. Creo más bien verla como un trapiche donde estamos poniendo la caña que nace de esta tierra fecunda, pasa por la molienda y salen diversos productos. De la melaza obtenemos el papelón o panela, el azúcar y el bagazo. Lo que entra al trapiche sale transformado. Este es el caso de la sociedad venezolana, pues la crisis de legitimidad del sistema político abre las puertas a un proceso de transformación cuyo resultado será una sociedad distinta a la que conocimos en los últimos años del siglo XX”.
Sosa tiene la convicción de que durante estos últimos años Venezuela ha estado en una especie de trapiche, donde se vive una prolongada lucha por el poder que reduce la vida política a la lucha por ocupar el mayor número de espacio, instrumentos o símbolos que se consideren poder. Esta verdad la ha alejado de la finalidad propia de su ejercicio que es diseñar e impulsar los fines comunes dentro de la sociedad.
“La conciencia de vivir en un cambio de época nos puede ayudar a superar la polarización que nos caracteriza y provocar espacios de encuentro entre nosotros y con otros pueblos, con quienes compartimos las misma angustias y esperanzas”.
Pasos arriesgados
El rector de la UCAT, dijo que las fuerzas emergentes surgen, en la medida en que son capaces de romper el molde del presente para dar pasos arriesgados
hacia el futuro, en lugar de buscar refugio en posiciones fundamentalistas. Por tal razón el rescate de la política es una condición para la existencia de un pensamiento que tenga como prioridad la sostenibilidad de la vida en el largo plazo.
“La política la hacen los ciudadanos, es decir todos aquellos capaces de relacionar intereses comunes con sus interese individuales, los capaces de ver las consecuencias a mediano y largo plazo, de sus decisiones de corto plazo.”
Guerra o democracias
La novedad de la época emergente está asociada a superar la visión tan arraigada de la guerra como inevitable partera de la historia. Esta nueva época supone un grado superior de humanidad, por tal razón la guerra es expresión de inhumanidad.
“La guerra es la resignación de la razón y los sentimientos de fraternidad o solidaridad ante la fuerza. Una fuerza política emergente, es estructuralmente pacífica porque ha renunciado al recurso de la guerra para consolidar la imposición de sus objetivos y proyectos”.
La aspiración de vivir en democracia es percibida como uno de los ingredientes de la cultura política venezolana. Su consolidación es uno de los mayores desafíos en la transición que vive la sociedad venezolana. La Democracia es percibida a nivel global como una reivindicación cada vez más extendida. El factor común que se haya en tantas luchas y movimientos de liberación del mundo contemporáneo, a escala local, regional y global es el anhelo de la democracia. Además es impensable una democracia sin la participación decidida de los ciudadanos con responsabilidades colectivas.
Rol de los jóvenes
La juventud venezolana se ubica en la vanguardia de la creación de esta nueva época histórica. La experiencia de todos los días en los ambientes familiares, educativos y recreacionales, pone de relieve las grandes diferencias entre los jóvenes y las generaciones que le preceden. No obstante, no puede cumplir su rol sin la relación vital con las relaciones anteriores.
“El papel de la juventud venezolana, está, quizás, en empujarnos a superar el dilema Unidad-Pluralidad. De convencernos, en la práctica, de que no sólo existen contradicciones entre las singularidades que nos definen como personas o grupos culturales, y la comunalidad en la que coincidimos como ciudadanos del mundo. Es reconocer que ambos polos son la condición de posibilidad de una autentica sociedad participativa capaz de actuar como un solo cuerpo en democracia”, dijo para finalizar su intervención el padre Sosa.