Comunicado de la Academia de Mérida a los universitarios y al pueblo merideño
Ante los hechos de violencia perpetrados en contra de la Universidad de Los Andes, la Academia de Mérida presenta un comunicado de respaldo a la institución y su Autonomía:
ACADEMIA DE MÉRIDA
A LOS UNIVERSITARIOS Y AL PUEBLO MERIDEÑO EN GENERAL
La Academia de Mérida, dado que su esencialidad reside en la búsqueda de la verdad y en reflexionar sobre la naturaleza de las proposiciones que surjan del intelecto humano, a lo que se aúna la certidumbre de que la única manera de poder consagrarse a la producción del conocimiento, a la solución de problemas, al cultivo espiritual de lo ético, poético y estético, es en plena libertad, expresada en la posesión de una mente autónoma, fruto, a la vez, de una formación crítica, dialógica, que nos haga permeables a los cambios que la dinámica social determina; con capacidad para decidir nuestras prioridades, dimensionar analíticamente el acontecer histórico e impugnar las relaciones de poder, deslastrando los despotismos que procuran ocupar espacios emancipatorios con pretendidas verdades absolutas e ideologías obsoletas, deplora, objeta e impugna de manera contundente y categórica la nueva agresión de que ha sido objeto nuestra Universidad de Los Andes, al amparo del silencio cohonestador y la mirada displicente de los que tienen el deber de guardar el orden público y hacer que los delincuentes sean castigados conforme a la Ley.
Entendemos que las recientes agresiones no son algo fortuito o aleatorio. Que los desmanes, ataques y arremetidas contra la Institución y quienes la conforman, son orquestados por los que prevalidos del poder pretenden que la Universidad Autónoma y lo que ésta representa, se extinga, pues ningún despotismo puede permitir que haya una Institución en la cual educadores y educandos privilegien la pluralidad; que tengan la oportunidad de comparar todas las proposiciones ideológicas y con base en su sindéresis, en su discernimiento, sin coacciones de ninguna naturaleza, opten por aceptar las tendencias doctrinarias que consideren más pertinentes, lo que implica desechar los fundamentalismos, a los que se debe combatir para que los intereses legítimos puedan ser defendidos. Todo conduce a estimar que el sustrato medular de la Universidad Autónoma es el debate constructivo e interdisciplinario entre interlocutores de la misma importancia, lo que requiere la independencia, no aceptando la injerencia de gobiernos, religiones, grupos de poder y burocracias, con lo cual se hace expedito el camino para la diversidad epistemológica, cultural y socio-política.
Esos grupos de desalmados agreden, sin dimensionar que la Universidad nunca será vencida, puesta de rodillas o inclinada su cerviz ante la arbitrariedad, no se percatan de su condición de sumisión, cuando al actuar con iniquidad, intimidación y violencia se sienten activos, piensan que están tomando decisiones, cuando en verdad son manejados por una autoridad que impone los criterios, es decir, que piensa y decide por ellos, pero, y es lo preocupante, se sienten a gusto en su condición de objetos. Y cuando se trata de estudiantes que agreden a su casa de estudios por razones de militancia política, hay que interpretar que asumen sus estudios preceptivos sin importarles las interpretaciones colaterales y el espectro de relaciones de interdependencia social, política y económica de su profesión, lo que les imposibilita concebir el valor de ser libres, acoplándose al sistema como anillo al dedo, cuando, al revés, deben hacer de los sistemas de gobierno instrumentos del hombre.
Lo anterior nos permite como Academia, concluir manifestando que oponerse a la violencia contra la universidad y a la pretensión de su abolición o adecuación a los designios del Gobierno, es proteger el escenario idóneo, diáfano, amable y protector en el cual nos formamos, aprehendiendo el espectro de valores inicialmente indicados, y para que siga educando con base en ellos, formando ciudadanos que tengan la convicción de que no puede haber conciliación entre la inmutabilidad y los procesos de libertad y voluntad individuales.
Por la Academia,
Dr. Ricardo Gil Otaiza Dr. Eleazar Ontiveros Paolini
Presidente Secretario