¿Mérida desamparada y la delincuencia apoyada?

El mes de julio de 2016 inició en Mérida con una historia llena de vergüenza, cuando en horas de la tarde del pasado viernes grupos de delincuentes tomaron varias zonas de la ciudad atacando, ofendiendo, agrediendo, robando, atemorizando y humillando durante horas a un pueblo que está cansado y sólo quiere vivir en paz.

 

El resultado: viviendas afectadas con objetos contundentes, transeúntes atracados, un vehículo quemado y un grupo de jóvenes (casi niños) estudiantes del seminario de Mérida agredidos y humillados, sometidos a una experiencia que sin duda marcará sus vidas para siempre, llevándoles a cuestionar la relación entre las acciones y la justicia.

 

Todo esto ocurrió sin que organismo alguno intentara intervenir para restablecer el orden y el respeto en la ciudad, lo cual, pareciera que trata de enviar un mensaje a toda la colectividad, como lo es que en este momento manda el hampa, una vergonzosa conclusión que toma aun más fuerza al considerar la brutal represión de la cual son víctimas nuestros jóvenes cuando salen a la calle a ejercer el derecho a la protesta, en exigencia de cosas tan imprescindibles como la alimentación o la libertad de expresión.

 

En ese sentido, vale la pena recordar ejemplos recientes como la agresión a nuestros trabajadores en medio de una protesta pacífica frente al rectorado el 10 de mayo de 2016, la agresión a una dama, profesora de la ULA, por parte de civiles frente a la gobernación y a los ojos de los efectivos de seguridad del Estado el día 17 de mayo de 2016, mismo día en que fueron quemados dos vehículos de la ULA dentro de la Facultad de Medicina, la agresión a los estudiantes que protestaban por alimentos el 27 de junio o los mensajes de odio contra el Rector en toda la ciudad. Todos estos casos han evidenciado el mismo modus operandi: motorizados agresores y ausencia total de organismos de seguridad que los detengan.

 

 

Inevitablemente saltan a nuestras mentes varias preguntas de respuestas obvias: ¿Quiénes son estos delincuentes que se pasean con descarada autoridad por la ciudad?, ¿Por qué los organismos de seguridad del Estado agreden a quien protesta y ni si quiera miran a quien delinque?, ¿Por qué el silencio del Ejecutivo Regional frente a este tipo de hechos?

 

Sin duda, esta situación nos plantea un punto de encuentro a todos los sectores de la sociedad, pues el hampa no pregunta identificación política antes de atacar, las balas no se detienen por la militancia de alguien, y la espiral de violencia y barbarie arrastra todo a su alrededor, sin detenerse a seleccionar adeptos o detractores, por ello hoy más que nunca invito a que juntemos nuestras voces para señalar lo obvio, como lo es que estamos desamparados frente al hampa, lo cual representa una violación de las leyes y de los Derechos Humanos de todos los ciudadanos, frente a lo cual hoy decimos ¡BASTA!

 

 

Mario Bonucci Rossini

Rector

 

 

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