¿Está pensando mi hijo en el suicidio?

A la sala de emergencias del Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes (Iahula) llegan semanalmente hasta cinco casos de adolescentes que han intentado suicidarse.

La cifra es preocupante y la mayoría de los jóvenes indica, como motivo principal para acabar con su vida, los conflictos familiares, la falta de comunicación con sus padres y la incomprensión por parte de éstos.

La doctora Albis Pabón es médico psiquiatra del centro asistencial antes mencionado y nos cuenta que se han identificado tres factores de riesgo para el suicidio en adolescentes: los predisponentes, los facilitadores y los reforzadores.

“Entre los predisponentes está un soporte familiar inadecuado traducido en peleas entre los integrantes del hogar, la ausencia de uno de los padres o la pérdida de un progenitor; entre los facilitadores destaca el consumo de alcohol o de sustancias ilícitas, mientras que un factor reforzador es el arresto por parte de la policía o los daños corporales que se le puedan ocasionar a los adolescentes”.

“No me dejaron ir a una fiesta”

Es increíble, pero la doctora Padrón señala que algunas veces, al preguntarle a un adolescente porqué intentó suicidarse, éste señala un motivo normalmente banal para los padres: “no me dejaron ir a una fiesta”.

Es probable que un adulto lo catalogue como una tontería, sin embargo, al no existir una comunicación efectiva en la tríada padre-madre-adolescente, no se tiene la capacidad de saber cuáles son las prioridades que tienen los hijos a esa edad, cuan importante es para ellos tener ciertas vivencias o experiencias y de qué forma les puede afectar una negativa por parte de sus progenitores. La clave está entonces en aprender a escucharlos.

“Entre las señales que nos pueden hacer pensar que un adolescente tiene riesgo suicida están, primero, que deje de hacer las cosas que le son satisfactorias, que duerma más de lo normal o que presente insomnio, falta de dedicación a sus actividades académicas que trae como consecuencia un bajo rendimiento escolar, que deje de salir o reunirse con sus amigos o que pierda el disfrute de lo cotidiano. Estos comportamientos señalan que ese adolescente está deprimido”.

Pero estos síntomas no sólo pueden llevarlos al suicidio, sino también al consumo de drogas y así lo confirma la experiencia de los médicos que integran la Unidad de Psiquiatría del Iahula.

Ahora ¿es muy corta la brecha entre “me voy a suicidar” y cumplir con esta amenaza? “En el caso de los adolescentes es difícil identificar el tiempo porque son muy impulsivos por naturaleza y no tienen la práctica de pensar detenidamente las cosas. La adolescencia, además, es una etapa en que el individuo se enfrenta constantemente a situaciones de riesgo. Puede comenzar con lesiones en las muñecas, pero no sabemos cuál será la siguiente conducta suicida”.

Otro dato curioso: los intentos de suicidio en adolescentes –reportados en el Ihaula- son más frecuentes los primeros meses del año. Si vamos a los casos generales son más habituales en las mujeres que en hombres, pero las tasas de mortalidad son más altas en éstos porque usan métodos más letales para acabar con sus vidas como armas de fuego o ahorcamientos. Las mujeres se inclinan más por la ingesta de medicamentos.

 

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