DOÑA OLIVA: UNA MAESTRA SIGNADA POR LA FRANQUEZA

Con 41 años consecutivos frente al ejercicio de la docencia en el magisterio venezolano, esta educadora ha formado a numerosas generaciones de niños merideños, que hoy día, son hombres y mujeres que ocupan destacadas posiciones  en el quehacer de la vida regional y nacional.

“La maestra es la base fundamental de la instrucción y de la educación,  me he sentido muy triste de ver cómo está marchando -si me perdona- la educación y la instrucción en Venezuela”. Así se expresa, Oliva Castillo de Rosas, maestra jubilada de 86 años de edad, al ser entrevistada para que formara parte del Registro de Personalidades que ha iniciado el Museo de la Memoria y la Cultura Oral Andina (MUMCOA), que dirige la profesora Niria Suárez, de la Facultad de Humanidades y Educación.

Doña Oliva, como todos la conocen, cuenta sus vivencias y experiencias personales y como educadora con alegría  contagiosa y, al mismo tiempo, con nostalgia, al recordar algunos capítulos  tristes de su vida.

Nace el día 11 de enero de 1919, siendo hija única de Cleotilde de Castillo y Nemesio Castillo, su infancia transcurre en una finca en Tabay. Estudia interna con las Hermanas Salesianas de quienes recuerda que: “casi nunca me dejaban salir porque en ese entonces yo era muy tremenda”.
Muy joven inicio sus estudios para maestra normalista  y se graduó a los 15 años de edad, aunque su papá consideraba que ella no necesitaba ir a la escuela.

Siendo todavía una adolescente, comienza a trabajar como maestra en Mucuchíes, pero el Ministro de Educación de ese entonces, según narró doña Oliva, que era un “señor de edad”, se negaba a firmar su nombramiento porque decía que ella era una niña que no llegaba a los 16 años, para asumir esa responsabilidad, pues algunos alumnos serían de su misma edad.

“Con mi cobijita encima por el frío que hacía, educaba a los niños de las aldeas cercanas y cumplía mi horario a partir de las siete y media de la mañana, pues allí no había bedeles y tenía que lavar los baños, arreglar el salón, los pupitres, sacar la tiza y esperar que los alumnos fueran llegando poco a poco ya que vivían lejos de la escuela, de modo que las clases se prolongaban hasta pasado el mediodía”.

Educando con amor
Comentó doña Oliva que el programa educativo que impartía lo hacia con amor hacia los niños, cosa que ahora ve muy lejano. Se enseñaban todas las áreas y, por ejemplo, para que un niño pasara de primer grado a segundo tenía que saber leer, escribir y expresarse muy bien.

En la escuela se trabajaba con centros de interés y mediante  unidades de trabajo que había que desarrollar con los alumnos… - “bueno todo era muy bonito -mire- yo era feliz en esa escuela de la cual me fui porque tuve un accidente donde me fracturé una pierna y estuve más de cinco años en silla de ruedas, sino allá estuviera trabajando todavía”, apuntó.

Al narrar uno de los episodios tristes de su vida, recordó la muerte de su esposo Francisco Rosas, un coriano con quien se casó siendo muy jovencita y con quien Dios la bendijo con tres hijos. “Ese hombre fue para mí lo más grande que podía haber en el mundo”, acotó.

Doña tillo deOliva piensa que la escuela de su época era mejor, aunque no pone en duda la enseñanza, ni el honor de laes maestras de hoy día. Dice que pueden ser muy buenas, hasta excelentes, pero no son normalistas, y ese -a su modo de ver- ha sido el gran pecado que está cometiendo el Ministerio de Educación actual.

Con su voz desgastada por los años, manifestó que es una persona muy franca y le gusta decir las verdades sin temor. “No sé lo que está pasando con la educación en Venezuela que está por el suelo, creo que hay que evaluar si son los profesores, o los programas, o la poca preparación o el poco amor que tienen los docentes para enseñar”.

Agregó que además el Ministro de Educación nunca visita las escuelas como se hacía antes, y añadió otro aspecto que, a su juicio, es importante: “tenemos un enorme hueco dentro de la familia, donde, en muchos casos, no hay autoridad moral por parte del papá y la mamá, y ahora los niños quieren hacer lo que les da la gana”.

Un ejemplo de vida
Con la sinceridad que la caracteriza, doña Oliva expresa que: “nosotras las mujeres somos la base fundamental de la sociedad, del matrimonio y de la familia, no obstante, necesitamos la ayuda de ellos (los hombres), para cualquier cosa”.

Un consejo que da a las mujeres casadas y a los hombres también, es que “cuando se enamoren no lo hagan de unos ojos o unas piernas bonitas, pues eso se acaba, busquen en sus novias seis cualidades: que sea inteligente, atenta, humilde, comprensiva, educada y que no sea inhibida en el aspecto sexual con su pareja”.

Por otra parte, aconseja a la mujer que no abuse de su libertad como lo hace un hombre, pues ella debe cumplir sus deberes y hacer respetar sus derechos, pero no imponer sus caprichos, porque las mujeres deben ser ejemplo de vida y construir una sociedad fundamentada en la fe, en el respeto y en el amor.

Docencia y política
Parte de su vida, también la dedicó Doña Oliva a la política, pues fue militante del partido Acción Democrática, por el cual trabajó mucho junto a su padre, a tal punto que hasta estuvo a punto de ir presa. Considera que los partidos políticos al igual que la educación se han venido degenerando “ya que nadie cree en los políticos, porque hoy hablan una cosa y mañana otra”.

Con pesar comentó que en este país la política, la educación y la moral se han echado a perder y, enfatizó que a eso hay que ponerle “preparo” desde la familia (en los hogares) y desde la aulas de clases (en las escuelas, liceos y universidades).

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